Saturday, July 29, 2006

Profesores Evangelicos Denuncian discriminacion en colegios municipales y subvencionados


Profesores evangélicos denuncian discriminación en colegios municipales y subvencionados
Fecha edición: 29/07/2006 12:21
La Corporación de Profesores Evangélicos de Chile (Cepec) denunció hoy una serie de actos discriminatorios que, a su juicio, enfrentan los profesores de este sector religioso en establecimientos municipales y subvencionados, demandando, entre otras cosas, la remoción de imágenes de santos y vírgenes de estos recintos educacionales.
En este sentido, el vocero de la Cepec, Miguel Miranda, indicó que "en el contexto de un Chile más diverso, molesta a los educadores evangélicos la construcción de grutas o imágenes religiosas en escuelas no confesionales, principalmente en escuelas municipalizadas, o particulares subvencionadas, puesto que en ambos casos con el dinero del estado se realiza proselitismo religioso levantando estas imágenes".
En materia legal, se informó que un recurso de amparo en la localidad de Las Cabras determinó la salida y la no incorporación de imágenes, "santitos" y otras expresiones de catolicismo en estos lugares públicos. Asimismo, los educadores evangélicos se manifestaron dispuestos a interponer en todas las comunas del país un recurso similar si fuera necesario ante una inacción del Ministerio de Educación. De la misma forma, se aludió a la costumbre de realizar actos católicos al interior de las escuelas.
"Sin considerar las distintas creencias religiosas, con el patrocinio de directores y hasta los propios sostenedores, los colegios generan actos religiosos tales como semana santa, primera comunión, confirmación y misas entre otros. No obstante que estos actos no sólo atentan contra el mundo evangélico, que eventualmente podría coincidir con el sentido cristiano de estos ritos, también constituyen una afrenta para quienes pertenecen a otras formas de religión tales como testigos de Jehová, Judíos, Musulmanes, Fe Bahai, Mormones y hasta alumnos de hogares en donde no se cree en Dios", indicó Miranda.
En materia de discriminación en contra de los profesores de religión evangélica, puntualizó que, generalmente, no se abastece con materiales o insumos para el desempeño docente de los educadores de esta fe.
Asimismo, denunció el hecho que no se encuentran incluidas dentro de las efemérides, ninguna celebración religiosa protestante. Esto a pesar la iniciativa del ex Presidente Ricardo Lagos en la que se considera el 31 de octubre como el Día de la Iglesia Protestante, festividad no fue incorporada por el ex Mandatario para celebrarla en un acto cívico en los colegios.
Señaló además que "los alumnos de religión evangélica tienen que permanecer obligados dentro de la sala de clase aun cuando el apoderado optó por no hacer la clase de religión católica", agregando que "por ley debiera considerarse un profesor para ese credo y los sostenedores de los colegios hacen caso omiso".
Agregó que en colegios en donde se ha logrado aceptar las clases de religión evangélica, el profesor se ve en la obligación de efectuar su trabajo en un aula conformada por alumnos de diversos niveles de Primero a Octavo Básico.
"Estas clases de multinivel, en donde se juntan alumnos de distintos cursos y forman un curso, llegan a tener en aula a más de 60 alumnos, lo que a toda vista es antipedagógico", denunció.
UPI

Tuesday, July 25, 2006

Capitulo Sobre Chile Informe de Libertad Religiosa Internacional 2005

Martes, 08 de Noviembre de 2005



Capítulo de Chile de Libertad Religiosa 2005
Capítulo sobre Chile del Informe de Libertad Religiosa Internacional 2005

preparado por el Departamento de Estado de los EE.UU. y dado a conocer el 8 de noviembre de 2005.

Capítulo sobre Chile - Informe de Libertad Religiosa Internacional 2005Publicado por la Oficina de la Democracia, de Derechos Humanos y del Trabajo del Departamento de Estado de los Estados Unidos8 de noviembre de 2005 La Constitución dispone la libertad de cultos y el Gobierno por lo general respeta en la práctica este derecho. No existió ningún cambio con respecto al estado de respeto de la libertad religiosa durante el período cubierto por este informe y la política del gobierno continuó contribuyendo a la práctica generalizada de libertad religiosa. Una ley del año 1999, “Normas para el Establecimiento Legal de Iglesias y Organizaciones Religiosas”, comúnmente conocida como la “Ley de Cultos”, otorga a otras entidades religiosas la misma situación legal que posee la Iglesia Católica Romana; no obstante lo cual esta última en forma no oficial mantiene una posición privilegiada. Se denegó el registro de la Iglesia de la Unificación (de su denominación en inglés, Unification Church) de conformidad con la ley de 1999, sobre la base de que ella representaba una amenaza al orden público y a la familia. A fines del período cubierto por este informe, una apelación de la Iglesia de la Unificación estaba pendiente de una vista de la causa ante la Corte Suprema. La relación generalmente amistosa entre los cultos religiosos en la sociedad contribuyó a la libertad de cultos.El Gobierno de los Estados Unidos debate temas de libertad religiosa con el Gobierno como parte de su política global para la promoción de los derechos humanos.Sección I. Demografía ReligiosaEl país tiene una superficie de 292.260 millas cuadradas, y su población supera los 15 millones de habitantes. El setenta por ciento de la población de 14 años o mayor a dicha edad, está identificada como Católica Romana por el censo del año 2002 (un descenso desde el 78,6 por ciento del año 1992). En el censo, el término evangélico se refiere a todas las iglesias cristianas que no son Católico Romanas, con excepción de la Iglesia Ortodoxa (Griega, Persa, Serbia, Ucraniana y Armenia), la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Mormones), Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová. Aproximadamente el 90 por ciento de los evangélicos eran Pentecostales. Según el censo del año 2002 los evangélicos totalizaban 1.699.725 personas, o sea el 15,1 por ciento de la población sobre la edad de 14 años (un incremento del 12,4 por ciento con relación al año 1992). Otras afiliaciones registradas en el censo de 2002 fueron los Testigos de Jehová (119.455 personas), Mormones, (103.735), Judíos (14.976), Cristianos Ortodoxos (6.959), y Musulmanes (2.894). Todas las otras religiones totalizaron 493.147 personas, o sea un 4,4 por ciento. Los ateos y los “indiferentes” con relación a credos religiosos, constituían aproximadamente el 8,3 por ciento (931.990), de la población sobre 14 años de edad (un incremento desde el 5,8 por ciento del año 1992). Los miembros de los cultos más numerosos son numerosos en la capital y las Iglesias Católico Romanas, Pentecostales, y otras Evangélicas, también están activas en otras regiones del país. Las comunidades Judías están ubicadas en Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Valdivia, Temuco, Concepción e Iquique (no obstante de que no existe una sinagoga en Iquique). En Santiago y en Iquique existen Mezquitas.Las pueblos indígenas constituyen el 5 por ciento (780.000) de la población. De este grupo, el 65 por ciento se identifica como Católico Romano, 29 por ciento como Evangélicos y el 6 por ciento como “otros”. Las comunidades Mapuches que constituyen el 87 por ciento de los ciudadanos indígenas, continúan respetando a los líderes religiosos tradicionales (Longkos y Machis), y de forma anecdótica, indica un alto grado de sincretismo en la adoración y persistencia de las prácticas tradicionales de sanación. Muchos pueblos indígenas consideran estas prácticas más culturales que religiosas. No se menciona a los Baha'is en el censo; los adherentes estiman que el número de practicantes es de 6.000.Las iglesias Protestantes Tradicionales, incluyendo a la Wesleyan, Luterana, Evangélica Reformista, Adventista del Séptimo Día, Presbiteriana, Anglicana y Metodista, están presentes. También existe una pequeña población de Budistas y un número muy reducido de miembros de la Iglesia de la Unificación.Los misioneros extranjeros operan libremente y muchos sacerdotes son de origen extranjero.Sección II. Estado de la Libertad ReligiosaMarco Legal / PolíticoLa Constitución dispone la libertad de cultos y el Gobierno por lo general respeta en la práctica este derecho. Oficialmente la Iglesia y el Estado están separados. La ley sobre religiones de 1999 (“Ley de Cultos”), incluye una disposición que prohíbe la discriminación religiosa; no obstante la Iglesia Católico Romana goza de un estado privilegiado y ocasionalmente recibe tratamiento preferencial. En adición a los eventos Católicos, los funcionarios de gobierno asisten a ceremonias Protestantes y Judías de importancia. La ley permite que cualquier religión pueda obtener su personería legal de derecho público (que incluye toda personería religiosa sin fines de lucro). De conformidad con la ley, el Ministerio de Justicia no puede rehusarse a aceptar una petición de registro, no obstante que puede objetar la petición dentro de 90 días, basado sobre fundamentos de que todos los requisitos legales previos para el registro, no han sido satisfechos. El peticionario tiene a partir de ese momento, 60 días para tratar las objeciones alegadas por el Ministerio o para oponerse a éste en los tribunales. Una vez que una entidad religiosa ha sido registrada, el Estado ya no posee la autoridad para disolverla mediante un decreto. En vez de ello, el Consejo de Defensa del Estado, organismo semi-autónomo, puede iniciar una revisión judicial. No obstante, a ninguna organización que ha sido registrada de conformidad a la Ley de Cultos, se le ha revocado su registro. La ley también permite a las entidades religiosas adoptar cartas y estatutos apropiados para una organización religiosa, distintos de aquellos destinados a una corporación privada. Pueden formar filiales (colegios, clubes, y organizaciones deportivas) sin necesidad de registrarlas como corporaciones separadas.En Agosto del año 2004, 756 grupos religiosos y organizaciones relacionadas se habían registrado de acuerdo con la nueva ley. De éstos, 456 había completado el proceso de registro y habían obtenido su personería jurídica legal. Esta cifra incluía a la Iglesia Católica Romana, iglesias Ortodoxas Griegas y Ucranianas, una amplia gama de iglesias Protestantes (Evangélica, Luterana, Metodista, Pentecostal, Anglicana, Presbiteriana, Bautista y Episcopal,) diversos templos Budistas, congregaciones Judías, mezquitas Islámicas, Mormones, Adventistas del Séptimo día y Testigos de Jehová. Las 291 entidades restantes no habían completado todos los requerimientos para su incorporación.El proceso de registro a menudo se retrasa debido a las complejidades para formular una nueva carta y estatutos. Muchos grupos también han retardado su registro debido a los impuestos y aranceles involucrados en la transferencia de propiedad desde la antigua entidad legal a la nueva. El Ministerio de Justicia formó un comité que incluye representantes de las organizaciones afectadas, para desarrollar una modalidad que permita evitar el pago de los impuestos y derechos para el nuevo registro inicial. Además a la Navidad y al Viernes Santo, cuatro festividades Católicas se celebran como feriados nacionales: Corpus Cristo, la Fiesta de San Pedro y San Pablo, la Fiesta de la Asunción y la Fiesta de la Inmaculada Concepción.Restricciones a la Libertad ReligiosaLa política y la práctica del Gobierno contribuyeron a la libre práctica de los credos religiosos.La Ley de Cultos de 1999, otorga a otras religiones y denominaciones en mismo derecho que tiene la Iglesia Católica a tener capellanes en los hospitales públicos, cárceles y unidades militares. Los reglamentos hospitalarios continúan permitiendo específicamente a capellanes Católico Romanos en los hospitales y si fuere requerido por un paciente, se otorga acceso a los capellanes y funcionarios laicos de otras religiones. Existen 25 capillas Católicas, 39 capellanes católicos pagados y más de 1.000 voluntarios autorizados para llevar a cabo actividades religiosas dentro del sistema penitenciario. Las autoridades de prisiones han establecido dos sitios de capillas evangélicas cristianas a nivel nacional y cada prisión ha designado pastores evangélicos cristianos. Los pastores religiosos no católicos informaron que su acceso a las prisiones y hospitales por lo general era satisfactorio durante el período cubierto por este informe. La celebración de una Misa Católica Romana frecuentemente marca a los eventos públicos. Si el evento de de naturaleza militar, todos los miembros de las unidades participantes están obligados a asistir. Extraoficialmente los militares han integrado una cantidad de capellanes Protestantes y Evangélicos Cristianos, pero continúan bloqueado los esfuerzos de grupos religiosos no cristianos para designar capellanes militares y a de Junio del 2005, los reglamentos que implementan la Ley de 1999 no han sido promulgados. A veces la participación de los reclutas es requerida en eventos en los que participa su unidad, sin importar cual es su religión. La membresía en la Iglesia Católica es considerada como beneficiosa para una carrera militar y en la Armada, se dice que es prácticamente un requisito para poder avanzar hacia nombramientos de rangos más altos. En el año 2001 se abrió una capilla ecuménica en la Academia de la Policía de Investigaciones y se designó a un capellán evangélico cristiano. Dos instructores de ética de la Academia eran evangélicos. En el año 2004, el Ministerio de Defensa designó capellanes católicos y evangélicos y ofreció servicios regulares en una capilla del Ministerio. La instrucción religiosa en las escuelas públicas es casi exclusivamente Católico Romana. Se exige de las escuelas que ofrezcan educación religiosa sobre una base opcional dos veces a la semana a través de la enseñanza media. La enseñanza del credo solicitado por los padres es obligatoria, pero la aplicación de esto es débil y la educación religiosa en cultos distintos al Católico Romano, se proporcionan a menudo de manera privada en las escuelas dominicales y otras jurisdicciones. Las administraciones escolares locales deciden la forma en la cual se deben gastar los fondos relativos a la instrucción religiosa. No obstante que existen mallas curriculares aprobadas para otras 14 denominaciones, el 92 por ciento de las escuelas públicas y el 81 por ciento de los colegios privados ofrecen instrucción basada exclusivamente en la fe Católica Romana. Los líderes de las iglesias Evangélicas informaron de una resistencia continua por parte de los administradores de los colegios, basados en consideraciones de tipo económico, para designar a profesores de religión evangélica en los suburbios de Quinta Normal y de Puente Alto en Santiago.En el año 2003, el Ministerio de Justicia presentó una objeción al registro de la Iglesia de Unificación, sobre la base que la doctrina de esta iglesia constituía una amenaza para el orden constitucional. El 30 de Marzo de 2005, una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago dictaminó que se podía negar la personería jurídica a la Iglesia de la Unificación, fundamentado en que esta iglesia representaba una amenaza para el orden público y la familia. Esta fue la primera vez bajo la vigencia de la ley de 1999, que el registro de una organización fue objetado por razones diversas a las técnicas. La Iglesia de la Unificación presentó una apelación y a finales del período cubierto por este informe, el caso estaba pendiente para ser visto por la Corte Suprema.No hubo informes sobre presos o detenidos por motivos religiosos.Conversión Religiosa ForzadaNo hubo informes sobre conversión religiosa forzada, incluyendo a ciudadanos menores de edad norteamericanos que habían sido secuestrados o sacados ilegalmente de los Estados Unidos, o de la negativa para permitir que dichos ciudadanos fueran retornados a los Estados Unidos.Abusos por parte de Organizaciones TerroristasNo existieron informes sobre abusos de organizaciones terroristas centrados sobre religiones determinadas durante el período cubierto por este informe.Sección III. Actitudes de la SociedadLas relaciones generalmente amistosas existentes entre las diversas religiones en la sociedad, contribuyeron a la libertad religiosa; no obstante, algunas discriminaciones ocurrieron.Existen grupos ecuménicos que incluyen a la Hermandad Ecuménica de Chile, que reúne a diversas iglesias cristianas; el Foro Abrahámico, que reúne a judíos, cristianos y musulmanes; y la Confraternidad Judía Cristiana. Estos grupos organizan diálogos periódicos para tratar temas sociales específicos. Las universidades y los seminarios también organizan diálogos y eventos inter religiosos. Las investigaciones sobre el asesinato del Padre Faustino Gazziero D'Estefani en la Catedral de Santiago en Julio del 2004, revelaron que el satanismo fue una posible motivación del ataque. A fines del período cubierto por este informe, no existían actualizaciones adicionales acerca del estado del caso. Sección IV. Política del Gobierno de los Estados Unidos de NorteaméricaEl Gobierno de EE.UU. debate sobre temas de libertad religiosa con el Gobierno, como parte de su política global de promoción de los derechos humanos. La Embajada de los Estados Unidos patrocinó la capacitación de cuatro capellanes militares en los Estados Unidos en el año 2004. En adición, representantes de la Embajada se reunieron con una amplia gama de líderes religiosos, incluyendo al Arzobispo de Santiago y representantes claves de las iglesias evangélicas y organizaciones judías. La Embajada también continuó manteniendo contactos informales con los representantes y líderes de diversos otros credos.Publicado el 8 de noviembre de 2005.

34 Grupos religiosos con Personalidad Jurìca

Diario La Segunda

34 grupos religiosos acaban de obtener personalidad jurídica... hay varios exóticosSon parte de las 378 iglesias y entidades religiosas que han sido acreditadas por el Ministerio de Justicia desde 1999, cuando entró en vigencia la Ley de Culto.A la luz de la nueva Ley de Matrimonio Civil estarían en condiciones de casar.



Patricia Schüller G."Nosotros no casamos, sólo construimos casas", se apura en aclarar el arquitecto Luis Santibáñez, director ejecutivo del "Ministerio religioso hábitat para la humanidad", una de las 378 entidades religiosas que han obtenido la personalidad jurídica de derecho público desde 1999 - cuando entró en vigencia la Ley de Culto- a la fecha.A la luz de la nueva Ley de Matrimonio Civil, sólo las instituciones acreditadas estarán en condiciones de realizar casamientos con efectos civiles. Claro que no todas podrán hacerlo, porque varias de ellas no entregan sacramentos y sus fines son sociales, místicos y en ningún caso eclesiásticos. El artículo 20 da validez al matrimonio religioso y establece que entre la unión eclesiástica y la validación legal de ésta no deben haber pasado más de ocho días.Sólo en este primer trimestre 34 organizaciones fueron acreditadas por el Ministerio de Justicia. La última en oficializarse, el 5 de marzo, fue la Iglesia de Jesucristo Renovada de Chile.El abogado y asesor de asuntos religiosos del Ministerio de Justicia, Jorge del Picó, dicen que un organismo que goza de esta acreditación puede arrendar un local, tener cuenta corriente y existir para efectos legales.Desde que partió la normativa hace cinco años, unas 780 entidades presentaron su solicitud de ingreso en el Ministerio y a 642 se les entregó un número de registro. De éstas, 378 han sido aprobadas. Añade Del Picó que a cerca de 150 entidades "se les han realizado observaciones, generalmente referidas a problemas formales, escrituras mal redactadas, porque faltaban nombres o firmas".Unas doce han sido objetadas, la mayoría por problemas de forma, y no han reinsistido en la postulación. La única que ha sido objetada de plano ha sido la Iglesia de la Unificación, más conocida como "Secta Moon", por "afectación del orden público". Si se encuentra algún problema, la iglesia solicitante posee 60 días para subsanarlo. Unas dos mil entidades en el país, la mayoría evangélicas, no cuentan con personalidad jurídica de derecho público.Que no dañen el orden, la moral y las buenas costumbresJorge del Picó explica que las 378 entidades acreditadas "corresponden a diferentes familias de unos 15 grupos de religiones. Cerca de 190 tienen que ver con la Iglesia Evangélica Metodista Pentecostal. La otra mitad pertenece a iglesias protestantes históricas".En un plazo de 48 horas, el Ministerio de Justicia revisa que no existan errores de forma en la solicitud de acreditación: que no falte un documento o haya una falla en la firma. Requisito importante es que alguno de los solicitantes no tenga antecedentes penales.Una vez registrada la entidad, el Ministerio de Justicia estudia durante unos 90 días la solicitud presentada. "Se analiza que el grupo no dañe el orden público, la moral o las buenas costumbres. Una vez concluido este proceso ya se está en condiciones de publicar un extracto en el Diario Oficial que informa de dicha condición. Desde esa fecha se entiende que ya están reconocidas como entidades con personalidad jurídica de derecho público"."La Segunda" indagó en la nómina de entidades que han sido acreditadas en los últimos cinco años. Aparecieron algunas con singulares nombres."HÁBITAT PARA LA HUMANIDAD": Construyen viviendas para los pobresEn septiembre de 2001 obtuvo personalidad jurídica de derecho público el "Ministerio religioso hábitat para la humanidad". Su director ejecutivo, Luis Santibáñez, explica que la entidad, con sede en Providencia, "se dedica en todo el mundo a eliminar el problema de la falta de viviendas. En ningún caso vamos a poder casar". La organización está distribuida en 90 países."No somos una iglesia. Somos una entidad que testimonia la solidaridad y el amor de Jesús. Funcionamos como una corporación, no tenemos templo ni entregamos sacramento. La idea es que seamos un vehículo para que las iglesias testimonien su solidaridad con las personas más pobres", dice. Los miembros permanentes de la organización alcanzan a 60 en nuestro país. En Estados Unidos uno de sus seguidores es el ex mandatario norteamericano Jimmy Carter."Somos poco conocidos, pero tenemos un aviso nuestro en la CNN", comenta Santibáñez.Las casas que construyen para los desposeídos con dineros y material de donaciones se erigen con la ayuda de voluntarios de las universidades, colegios y también del extranjero. "Construimos viviendas sólidas (de cemento, ladrillo industrial y de madera) de 52 metros cuadrados. Ahora estamos levantando viviendas en Caldera, Los Andes, Nueva Imperial, Villarrica, Temuco y Curacaví. Se han terminado 28 casas y están en construcción un total de 60". Cuenta el director ejecutivo que tienen "alianzas con el Serviu y con los municipios".
"GRUPO 245...": protestantes reparten desayunosEl nombre recuerda a un grupo musical o místico. El pastor Rubén Chávez despeja la duda. Explica que la "Misión Evangélica Grupo 245" -se acreditó en enero de este año- "tiene una ideología basada en la Palabra del Señor, en Hecho, de los Apóstoles capítulo 245 y por eso se tomó ese nombre".Unas 500 personas formaron este grupo religioso que se define solamente "como protestante" y que en la actualidad funciona sólo en Santiago. "Nos estamos extendiendo a Coyhaique, Puerto Montt y Temuco", cuenta Chávez.La iglesia más representativa se ubica en Cerro Navia. También se han levantado templos en Peñalolén, Maipú y Puente Alto."Nuestro trabajo está orientado a lo social. Somos una entidad que queremos expresar la fe, pero enfatizado en la ayuda a las personas. Esto nos hace distintos", subraya el pastor.Los integrantes de la iglesia atienden menores de escasos recursos, a personas desamparadas. Todos los domingos se entregan desayunos a unos 150 niños de Cerro Navia.A Rubén Chávez no le gusta para nada el artículo 20 de la Ley de Matrimonio Civil. "Nos parece improcedente que las parejas puedan casarse primero por la iglesia. Vamos a tener que instar a los pastores a que no bendigan a nadie mientras no le muestren el papel civil, porque podría prestarse para abusos. ¿Qué pasará si una joven virgen es bendecida por nosotros y al cabo de ocho días, cuando tiene que confirmar legalmente la unión, se arrepiente?".

¿Existe en Chile Separacion Entre el Estado y la Iglesia?

¿Existe en Chile separación entre el estado y la iglesia?
Una vez más se ha puesto de manifiesto el peso de la jerarquía eclesiástica en la discusión de las políticas públicas del país. En este momento se expresa en las dificultades que ha enfrentado la elaboración de una ley de divorcio de corte más liberal y en la propuesta presentada por algunos miembros de la Comisión de Constitución del Senado de reconocimiento civil de las uniones religiosas. La combinación entre la religión y las tareas del Estado significa en la práctica que la religión dominante y más organizada termina por controlar la esfera pública para implementar su agenda propia. Esto lo revela la molestia de los obispos evangélicos que no han sido consultados por su opinión favorable al divorcio vincular. La historia de América Latina está plagada de ejemplos de imposiciones de la jerarquía católica en el Estado que afectan a la libertad de las personas para decidir sobre su vida. Se expresan por ejemplo, en el carácter de los programas de educación sexual, en las campañas de prevención del SIDA, y en la política de distribución de condones y anticonceptivos. Argumentos para el cambio considera que el Estado Laico es la única forma posible de estado democrático y que a su interior, las personas religiosas pueden dar a conocer sus visiones sin transformarse en participantes privilegiadas en el debate sobre políticas públicas. En el momento actual se observa la organización creciente de las fuerzas conservadoras a escala mundial y en el país que buscan hacer retroceder los logros alcanzados en el reconocimiento de la libertad, la autonomía y la justicia para imponer sus agendas políticas, las que se escudan detrás de ideas religiosas.

Sabía que...Muchas de las cosas que las religiones consideran pecaminosas no son crímenes en la esfera secular. Es responsabilidad del Estado diferenciar pecado de crimen.
El estado moderno En las teocracias, las definiciones sobre la esfera pública encuentran sus fundamentos en la inspiración divina que tiene como mediadores a líderes religiosos. En la mayoría de los estados teocráticos, como los estados musulmanes por ejemplo, los líderes son masculinos y las mujeres desvalorizadas y maltratadas. En los Estados Laicos al contrario, las creencias religiosas no debieran prevalecer en la práctica de los gobernantes o legisladores, pues a este tipo de Estado le compete garantizar el ejercicio de la libertad de conciencia y el derecho de las personas a tomar decisiones libres y responsables. Por esta razón, el laicismo "o secularismo" es la condición imprescindible para que haya democracia, con leyes y políticas que se destinen a todas las personas, independientemente de sus convicciones y creencias religiosas. Los estados democráticos modernos están orientados por valores que afirman la autonomía de los seres humanos y su capacidad de darse a sí mismos las reglas que organizan su vida personal y la convivencia social. Las ideas de la modernidad constituyen así un factor liberador que alimenta la aspiración de equidad y justicia social y nutren las reclamaciones legítimas de distintos grupos sociales ya sean estos trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, minorías sexuales. Estas demandas han significado una presión importante para la democratización de los países y el reconocimiento de la diversidad y pluralidad de ideas y opiniones. Asimismo, las intervenciones del Estado que no reconozcan la pluralidad y diferencias de experiencias, ideas y concepciones entre personas y entre colectividades sociales, promueven una homogenización de estilos de vida que restringe la libertad, debilita la creatividad social y transforma a los grupos no hegemónicos en grupos subordinados. El movimiento de mujeres y feminista se han constituido en una importante fuerza democratizadora y han develado las bases autoritarias de las instituciones sociales. Han cuestionado la idea de identidades inmutables para hombres y mujeres, el autoritarismo al interior de las familias y la separación de los espacios privado y público que resta a las mujeres oportunidades para intervenir en las decisiones colectivas.

Sabía que...Hace algunos años beatificaron a una mujer porque soportó los maltratos de su marido sin separarse.
La embestida del conservadurismo Desde hace algunos años las fuerzas conservadoras se organizan y hacen alianzas entre ellas para frenar los procesos de democratización y secularización de las sociedades actuales. Se han organizado a escala internacional y nacional haciendo uso de las tecnologías y de su poder económico para hacer retroceder acuerdos importantes tomados en las Conferencias de Naciones Unidas, e imponer una visión conservadora y confesional. En la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo de 1994 fue patente la alianza entre fundamentalistas islámicos y el Vaticano, como ahora son evidentes las presiones que desde Roma ejerce la jerarquía eclesiástica en la discusión sobre la ley de divorcio en Chile. Sin importar donde se encuentren, en el Vaticano, la Casa Blanca o en las azules mezquitas, los fundamentalistas coinciden en negar los derechos de las mujeres. La violencia "aprobada divinamente" promueve el asesinato de mujeres musulmanas en Irán, Argelia, Somalia, Pakistán, Bangladesh o Afganistán por los motivos más absurdos, imaginarios o reales. La imposición de las fuerzas conservadoras es evidente al interior mismo de las iglesias donde grupos de cristianos, como aquellos ligados a la teología de la liberación, las teólogas feministas y las visiones progresistas del Papa Juan XXIII han sido arrinconadas y reprimidas. Esas fuerzas conservadoras luchan por el poder político y se aprovechan del sentimiento de inseguridad de las personas en un mundo incierto como el actual, escondiendo sus aspiraciones de poder político detrás de las ideas religiosas. No se trata entonces sólo de ideas religiosas, sino de altas jerarquías eclesiásticas y políticos que aspiran a ejercer el poder para imponer una visión conservadora de la organización y dinámica social. Igualmente conservadoras resultan aquellas referencias a los valores patrios, a los héroes de la Nación, orientadas a coartar la libertad de expresión y reprimir la creación cultural..

Sabía que...La ministra Aylwin fue presionada para prohibir una obra teatral que presentaba a Arturo Prat como un ser humano y no de acuerdo al estereotipo de héroe.
Resistencia a los fundamentalismos El 28 de mayo 400 mujeres convocadas a un "Parlamento por la Reforma de la Salud" por la Organización Panamericana de la Salud y organizaciones de mujeres, acordaron las siguientes propuestas:
Opongámonos a la aprobación del reconocimiento civil de las uniones religiosas, porque subordina el Estado a la religión. Algunos senadores llegan a proponer que se reconozca el matrimonio religioso ante la ley para todos sus efectos; es decir que si una iglesia prohibe el divorcio, no se podrá recurrir a la ley civil para divorciarse.
Romper con la indiferencia y el malestar y pasar a la oposición activa, sin ceder terreno a las ideas conservadoras.
No dejar pasar afirmaciones retrogradas que aunque nos parezcan ridículas socavan los valores democráticos.
Opongámonos a la censura de las actividades artísticas y culturales que se realiza a nombre de un supuesto respeto a las tradiciones y sus héroes.
Apoyemos los esfuerzos por desarrollar opiniones y visiones nuevas de la realidad en el arte, la cultura, la ciencia y la política.
Hagamos uso de los canales de consulta y participación de la ciudadanía para fortalecer las ideas del laicismo, la separación de la iglesia y el Estado, la defensa de la libre expresión, los derechos a la privacidad y a la toma de decisiones sobre nuestras propias vidas. Usemos las radios, las cartas de opinión a los periódicos, a parlamentarios y parlamentarias que hemos votado y a los demás poderes públicos.
Promover el debate abierto en los espacios en que circulamos sin temor al disenso.
Fundación Paz Y solidaridad

Sunday, July 23, 2006

Esa Violencia

La vieja violencia de siempre adquiere matices de insoportable “sensación térmica” gracias a los diligentes oficios de la televisión, siempre hambrienta de audiencia a cualquier precio, a cualquier miserable e indigno precio. C. S. Lewis decía que si uno se veía obligado a revisar la prensa, era absolutamente recomendable un enjuague con “El Señor de los Anillos” de Tolkien. Me parece que el viejo profesor tenía razón. Anoche decidí ayunar de noticiarios por lo menos dos semanas. De otro modo, me perturbarán pesadillas de crímenes, asaltos, violaciones y muerte.¿Habrá alguna manera de mirar a este problema que sea distinta de las aburridas cantinelas de los políticos contra el Gobierno de turno, el cual a su vez responde con otras más lateras cantinelas respecto de no permitir que el tema se politice y que los adversarios saquen “dividendos”?Tal aburrimiento no sugiere una indolencia nuestra frente a una situación que por cierto preocupa pero que no es en manera alguna nueva en la historia de la humanidad. Al contrario. Creemos que alguna reflexión podría tocar alguna sensibilidad inteligente y subir el nivel del diálogo.Primero, el crimen, la violación, los robos y las bandas armadas son de antiquísima data. Así que la primera cuestión que hay que dejar de lado es la tonta discusión de que nunca se habían vivido tiempos semejantes. Nunca, por cierto, habíamos tenido tanta violencia televisada, con imágenes repetidas hasta el vómito, incluso “recreadas” cuando no hubo oportunidad de registrar el morbo del acontecimiento real. Pero eso es otro cuento.Segundo, buena parte de la violencia actual no es otra cosa que el resultado natural de las cosas que les estamos diciendo a los niños y a los adolescentes por todos los medios posibles. El abaratamiento de la vida humana tiene íntimos vínculos con la prédica de que el hombre es un animal evolucionado, un poco más evolucionado, pero animal al fin; que la autoridad, la disciplina, el rigor del trabajo, el orden, son costumbres retrógradas de fundamentalistas nostálgicos de dictaduras y preceptores represivos; que la libertad es infinita, que somos dueños de nuestro autónomo destino y que ninguna restricción conviene a nuestra natural inclinación hacia la bondad.Tercero, la reducción de los niveles de rigurosidad en los castigos por las conductas antisociales, con miras a una optimista confianza en la “rehabilitación” del individuo que sólo delinque por causa del entorno hostil, no porque quiera, no tiene otra consecuencia que animar al infractor a profundizar su compromiso con la conducta criminal. El “Tila” es sólo uno de los miles de trágicos mentís que tal teoría seguirá dando en el rostro de los “expertos sociales”.Cuarto, la familia. El masivo desmantelamiento por ley de la idea cristiana de familia - un hombre y una mujer unidos para siempre - y la consecuente instauración oficial del egoísmo y la irresponsabilidad de quienes creen que las relaciones humanas son descartables, no tiene otro destino que producir individuos llenos de odio por aquellos que debieron ser sus amorosos tutores y que restriegan en el rostro de la sociedad la idea de que ella les debe algo, lo cual le arrebatarán por la fuerza.

"Caín dijo a su hermano Abel: Ven, salgamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató... (Génesis 4:8)


Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
administracion1@iel
www.iel.cl

Mala Prensa

Mala prensa
12 de julio de 2006


Es sabido que C. S. Lewis tenía una pésima opinión de la prensa. Es una carta a una amiga norteamericana escribe: "La única razón por la cual todo esto no me enferma es que no lo leo. Jamás leo la prensa. ¿Cómo puede llegar alguien a leerla? Virtualmente todo es mentira, y uno tiene que vadear tales corrientes de palabrería." (1) Hay que tener en cuenta que no se estaba refiriendo a periódicos sensacionalistas o faranduleros, sino a la prensa tenida por seria.

Se puede estar de acuerdo o no con la virulencia de tales apreciaciones. Pero sería muy difícil desconocer que la prensa, en todas sus expresiones (de ellas, la prensa en televisión es de lo que se alcanzó a salvar nuestro frustrado autor), es algo que lo puede llevar a uno a la náusea. Un joven descuartizado, una revuelta estudiantil, un severo frente de mal tiempo o una señorita famosa haciendo un afiebrado topless en una discoteca de moda, consiguen que toda otra información sobre temas importantes desaparezca, en tanto que todas las fuerzas reporteriles se lanzan a la calle a investigar hasta el detalle microscópico, mientras en la televisión repiten cien veces la misma escena para ilustrar toda clase de ángulos, opiniones y voces en off, habida cuenta de que todos los canales, todos los editorialistas, todos los columnistas, parecen no encontrar aproximación alguna que sea razonablemente distinta del coro de lugares comunes y frases hechas.

Pareciera que, efectivamente, ninguna otra cosa estuviese sucediendo. Pero suceden y a veces con inquietantes resultados. El paro escolar logró sumergir en el más absoluto misterio la huelga de hambre de unos comuneros mapuches y la ley que, a la medida de ellos, se ha intentado hacer pasar por la legislatura para que depongan su postura, abriendo de un plumazo el expediente para que incendiarle la propiedad a un prójimo no sea considerado una conducta terrorista, aunque sea perpetrada por personas que están dispuestas a cualquier cosa en nombre de sus reivindicaciones.

En pasillos, lugares de colación, Metro, cafés y recreos, se escuchan hasta la saciedad frases cliché como "derogar la LOCE", "el gobierno ha sido sobrepasado por la delincuencia", "todos los años las mismas inundaciones y nadie hace nada" y "lo que le dijo Materazzi a Zidane", como si se estuvieran expresando verdades y conclusiones que se hubieran extraído de los propios procesos mentales.

Siempre me han criticado mi teoría de las "pautas blancas" y "manos negras" que orquestan esta polifonía de lugares comunes para que los chilenos creamos que lo que ellos dicen y escriben es lo más importante que sucede en la nación, de tal manera que lo que a ellos realmente les importa que no cambie, no cambie. Puede ser que los años me estén pasando la cuenta, pero me resisto a creer otra cosa.

Hay excepcionales muestras de racionalidad respecto de ofrecer noticias y editoriales que den cuenta de la realidad de una manera más o menos decente, pero son harto pocas, para qué estamos con cuestiones. Después de años de estar expuestos a noticieros de las nueve, diarios de diversa factura, incluyendo faranduleros y gratuitos con noticias en pastillas, no es raro constatar el precario nivel de reflexión de la mayoría de las personas, cosa que en definitiva les impide que puedan en manera alguna intervenir en la realidad y transformarla para mejor. POrque, además, la mitad de los chilenos está con depresión y la otra mitad de muere de miedo por lo que le pueda pasar el 2007.

Así que decidí seguir el ejemplo del viejo profesor y me estoy "enjuagando" de la prensa, leyendo algunos buenos libros, escuchando música de los años 50 a los 70 y viendo buenas películas en el cable. De tanto en tanto, leo algunos buenos y pocos artículos de análisis en Internet. Dado mi trabajo constante con la gente en mi quehacer profesional y mi tarea ministerial, que me permite viajar por todo el país y estar con la gente en sus diversas realidades en todos los niveles sociales, podré seguir enterado de lo que pasa en Chile sin convertirme en un maníaco depresivo.

"No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres". 1 Corintios 15:33

(1) Citado en "Etica y Política", Manfred Svensson, Editorial CLIE, pps. 32-33.


Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
http://correo.hispavista.com/Redirect/www.iel.cl
administracion1@iel.cl

Despuès Del Humo De Las Palabras




"Alumnos"

Leo en La Tercera - Noticias de la Tarde (en Internet) que después de 22 días, nuestros jóvenes alumnos han concluido su movilización. A propósito, leí en un documento poco conocido, formulado el año 2005 por los estudiantes secundarios de la Región Metropolitana, que no desean ser llamados "alumnos", porque ésta palabra provendría de alumnus que significaría "sin luz". Bastante sin luces se encuentran quienes han escrito este párrafo en tal documento, porque no existe tal acepción. La "a", prefijo de carácter privativo, es de origen griego, y lumnus es una voz latina. Bastante dificil la posibilidad de que exista tal mezcla. La palabra "alumno" significaba originalmente "crío, lactante" y deriva del participio pasivo del verbo alere (alimentar) que ya no se usa. Como ya han logrado que se aceptaran muchas de sus exigencias, aceptada ésta, deberemos entender que no desean alimentarse y continuar siendo "críos lactantes"...

Líderes

Innumerables loas se han prodigado a la articulación con que han expuesto sus ideas los voceros y voceras del movimiento. Han hablado con claridad en las conferencias de prensa, en "El Termómetro", "Ultima Mirada", "Medianoche" y "Telenoche". No les ofenderemos diciendo que estaban repitiendo un discurso aprendido de memoria de algunas eminencias grises del Partido Comunista, Socialista y UDI, a los cuales se ha dicho que pertenecen o son simpatizantes los líderes. Diremos, en cambio, que son personas que piensan articuladamente, que pueden expresarse en frases completas, que manejan contenidos lógicos, cohesionados y coherentes. La ironía es que a pesar de tanto desprecio que se le tiene hoy a la tarea de leer, estudiar disciplinadamente, memorizar para recordar contenidos complejos y desarrollar un lenguaje más amplio que las 600 palabras promedio que habla el estudiante chileno*, los voceros han demostrado que la "vieja escuela" sigue vigente y que seguirla les ha abierto el camino al liderazgo. La enorme masa que no se mueve mucho más allá del "chi' gual", "cachai" y "erís' üeón" se deberá seguir conformando con ser el material de trabajo de los líderes en el liceo, en el trabajo y al fin, en la vida.

"Solo sé que no LOCE"

Así rezaba un lienzo desplegado en el frontis de uno de los liceos en toma. La lectura propuesta es: "No queremos más LOCE". Pero una lectura cuidadosa de la ley Nº 18.962 nos aporta una conclusión más que interesante: el desconocimiento vergonzoso de los contenidos de tal cuerpo legal. A fin de no infligirles demasiadas líneas que prueben hasta dónde se puede manipular a la masa no pensante, les entrego el siguiente hecho. Se reclamaba airadamente que la educación era un derecho incluso anterior a la libertad de enseñanza, y que por eso se necesitaba hacerlo legal, al paso que derogar o reformar profundamente la LOCE. En el artículo 2º, inciso segundo del texto se lee: "La educación es un derecho de todas las personas. Corresponde, preferentemente, a los padres de familia el derecho y el deber ("deber"... ¡qué palabra tan extraña para nuestra mentalidad de derechos...!) de educar a sus hijos; al Estado, el deber de otorgar especial protección al ejercicio de este derecho; y, en general, a la comunidad, el deber de contribuir al desarrollo y perfecionamiento de la educación" (cursivas mías). Perdón si no estoy entendiendo español. Una ley orgánica constitucional consagra el derecho respecto del cual tanto se cacarea y que, de paso, está también consagrado en la Constitución Política del Estado. ¿No será que es el Estado, aparte de los padres y la comunidad, quienes no están haciendo las tareas que les demanda la LOCE, que es velar por el cumplimiento del famoso derecho éste...? Me imagino que ninguna mente básica y decentemente estructurada creería que una ley esté consagrando un derecho y que al mismo tiempo esté invocando que ese derecho sea cumplido en forma charcha. Digamos de paso que la ley que se envió para garantizar el derecho y la calidad de la educación significa mas o menos esto: "Vistas la Constitución Política del Estado y la Ley Nº 18.962, se ordena que se cumplan. Firmado: Michelle Bachelet".

Gratuidad

No existe gratuidad en nada. El pasaje y la PSU que nuestros hijos no paguen, será cargado a los bolsillos de los papitos y las mamitas. Tal vez no "al tiro", pero que lo van a pagar, lo van a pagar. A veces enferma la ignorancia de pensar que el Estado va a sacar de "su bolsillo". El "bolsillo" del Estado es el nuestro, mis estimados "críos lactantes"... Ahora, si quieren ir a quitarle plata a quienes no son el Estado y la tienen, tengo la impresión de que tendrán que imaginarse otras formas de lucha. Que saldría de eso, habría que preguntarlo a la Historia...

Por ahora, me declaro "en reflexión" mientras considero "otras formas de movilización". Si desean apedrearme, lo pueden hacer a través de administracion1@iel.cl, porque a la calle no tengo proyectado salir...

"¡Qué pena por tí, oh tierra cuyo rey es muchacho!" (Eclesiastés 10:16, versión Tanakh)

NOTA: * Héctor Vélis Mesa, El Mercurio, Revista de Libros, 9 de enero de 1999.

Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
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administracion1@iel.cl

Friday, July 21, 2006

Consumo y Movimientos Religiosos

“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 Consumo y movimientos religiosos, rasgos de una sociedad en rápida transición Arturo Fontaine Talavera*
1.- La sociedad chilena durante las últimas décadas ha vivido un proceso de globalización veloz en lo económico, social y cultural. En 1970 el comercio internacional como porcentaje del PGB era alrededor de un 38%. 1En 1999 llegaba al 90%. La apertura de la economía ha globalizado el consumo, lo que se percibe en el modo de vestirse y en la comida, por ejemplo. La rápida expansión de la televisión ha jugado un papel significativo en materia de hábitos y aspiraciones. Las seriales de televisión internacionales que en 1970 llegaban a un 10.3% de los hogares, en 1990 alcanzaban a cerca del 80% de las familias, cifra que hoy supera el 90%. 2.- El impacto de cambios rápidos de este tipo –como lo atestigua ampliamente la literatura sobre modernización- es necesariamente ambivalente. Por un lado, se mejoran las condiciones de vida y se abren oportunidades. Por otro, se amenazan patrones de comportamiento tradicionales. En palabras de Peter Berger, las personas sienten que, de alguna manera, peligra su hogar. El asunto es particularmente agudo si afecta hábitos, costumbres y normas que se vinculan a la religión y, por lo tanto, a una de las principales fuentes de identidad colectiva. ¿Tomará Chile el camino de la modernización secularizante, al estilo europeo, o buscará, más bien, un camino propio como ha hecho Estados Unidos, que sigue siendo una sociedad sumamente religiosa? En este momento, conviven en Chile, junto a las fuerzas secularizantes, poderosas tendencias de signo opuesto, que buscan una modernidad alternativa, conservadora en lo moral, orientada a la familia y, a la vez, abierta y competitiva en el orden económico. ¿Es esto último contradictorio? ¿Representa sólo una fase pasajera? ¿Podría llegar a consolidarse? ¿Estamos ante fuerzas antiglobalizantes? ¿Qué importancia, si alguna, tiene esto para la política y los partidos? Primera parte: una consideración sobre el consumo popular y su significado. 3.- Quisiera, en primer lugar, dar una idea de lo que ha significado la globalización del consumo. Me veo obligado a dar algunas cifras sin lo cual no es posible percibir la magnitud del fenómeno de transformación de la vida cotidiana que se ha vivido en Chile. 1 No mencionaré fuentes y referencias por tratarse de un punteo. Por cierto, a quien se interese por ello daré la información pertinente.
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 Sabemos que Chile entre 1984 y 1998 creció a un 7% anual en promedio, que entre 1987 y 1998 el porcentaje de la población bajo el nivel de pobreza cayó del 44.4% al 22.2%, y la pobreza extrema bajó de un 16.5% a un 5.6%. Dos datos más a tener en cuenta: la mortalidad infantil pasó de un 82.3% en 1970 a un 10.3% en 1998; y durante los últimos años se logró dominar la inflación, que persiguió por más de cincuenta años a la población carcomiendo el poder adquisitivo de los sueldos junto a la popularidad de los gobiernos. (Hay que recordar que durante los años de Buchi la inflación se movía en torno al 30%). Se trata del período de crecimiento más elevado y sostenido de la historia del país. Por otra parte, se han mantenido las fuertes desigualdades. El quinto superior recibe 13.5 veces lo que el quinto inferior en término económicos. En Estados Unidos esta relación es de 8.7 veces, en los países industrializados la relación es de 6.4 veces y en los “tigres asiáticos” es de 5 veces. ¿Quién está aún peor? Brasil, por ejemplo. La tenencia de algunos bienes durables puede ilustrar mejor el impacto de estos niveles de crecimiento en la vida diaria. Ciertos bienes tienen un valor simbólico de status, lo que los hace particularmente significativos desde el punto de vista de la movilidad social, tal como es percibida. Esto mismos bienes estuvieron largamente gravados con tarifas elevadas, lo que dio como resultado una industria nacional cuyos productos eran más caros y de menor calidad y atractivo que los de marcas internacionales. Así, por ejemplo, en 1970 un 7.3% tenía auto y en 1999 un 33.7%; un 17.1% tenía lavadora de ropa el´70 y el ´99 un 78.1%; un 14.4% tenía refrigerador el ´70 y el ´99 un 77.6%; un 15.4% tenía teléfono el ´70 y el ´99 un 54.8%. Especialmente importante ha sido la televisión. En 1970 tener televisión era estar entre el 10% más rico. Era la época de “La manivela” y “A esta hora se improvisa”, programas que lograban alto rating en el décimo más educado del país. Veinte años atrás, tener un televisor era formar parte del cuarto más rico. Hoy lo tiene prácticamente cada familia. Los efectos de la masificación de la televisión son múltiples. Menciono sólo algunos. Desde luego, han disminuido las diferencias de acento entre las diversas clases sociales y regiones. Los jóvenes de hoy hablan entre sí en un tono y un lenguaje más homogéneo que sus padres y abuelos. Las diferencias generacionales se han acentuado. Antes eran comparativamente más notorias las distancias de clase que las de generación. Así, programas de radio que han apelado al tono coloquial de los jóvenes han tenido éxito masivo. La radio “Rock and Pop”, el programa del “Rumpi” o la película “Chacotero Sentimental” de Cristián Galaz se nutren de esta jerga generacional que atraviesa las clases sociales. La televisión ha cambiado, por cierto, enteramente el modo de hacer política. Dos segundos en el noticiario de televisión a la hora pic llegan a más gente que la que jamás pudo o podría llegar a congregarse en un acto público. Las grandes movilizaciones de masas, típicas de los sesenta y comienzos de los setenta, resultan riesgosas. Nunca se sabe si algún grupo cometerá desmanes, si algún camarógrafo lo va a filmar para mostrarlo en la televisión... Por su lado, la misma estructura del partido se ha visto afectada. El partido es cada más un conjunto de personalidades que se ven en la televisión. ¿Qué le ocurre al dirigente poblacional si el político entra él mismo, gracias a la televisión, a todos los hogares de esa
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 misma población? Antes el dirigente era un mediador sin el cual el político simplemente no podía llegar a sus votantes. La televisión ha puesto virtualmente al 100% de la población en contacto con teleseries venezolanas, mejicanas o brasileras. En este rubro podría decirse que América Latina produce emisiones de resonancia global. Las teleseries latinoamericanas hacen furor en todas partes, incluso en países tan cultos como Israel. Hay otras emisiones culturales de interés que han brotado de Latinoamérica: el realismo mágico que se lee, escribe, imita y admira en todas partes; y los ritmos musicales de Centroamérica, que baila hoy la juventud y que compite con el rock. Es la primera vez que esto ocurre en casi todo un siglo dominado por música juvenil de origen norteamericano. Las teleseries, en general, se desarrollan en ambientes de clase media y, a menudo, clase media acomodada. Los escenarios – las ropas, las casas, los autos, las oficianascorresponden a las expectativas de bienestar de sociedades capitalistas o, al menos, de los grupos que logran dicho bienestar en las respectivas sociedades. Los personajes son latinoamericanos, pero fuertemente influidos por modelos norteamericanos. 4.- Entre 1988 y 1998 el consumo del 20% más pobre creció alrededor del 6.5% por año. Hay rubros, como los cosméticos y jabones, donde el alza tiene un impacto mayúsculo desde el punto de vista social. Así, entre 1987 y 1996 los dos quintos más pobres aumentaron casi diez veces su consumo de jabón, shampú, desodorante, perfumes y cosméticos. Se trata de productos estrechamente ligados, desde luego, a la higiene, pero enseguida a la presencia personal, a la imagen individual ante sí y para los demás. La palabra “individual” aquí no es inocente. Bienes como el shampú, los perfumes y cosméticos acompañan inevitablemente procesos de individuación. La persona se observa y recrea buscando grupos de referencia y modelos que salen de su entorno natural y tradicional. La persona que se reinventa en el espejo, en alguna medida, se está encontrando con la modernidad. Algo análogo está ocurriendo con los hábitos alimenticios. Es corriente hoy, en sectores en los que se concentra la mayor pobreza urbana, que en el almuerzo familiar se coma pizza, a menudo, precocinada. Las familias están saliendo a restoranes, sobretodo, chinos. Hay alrededor de 60 restoranes de comida china en barrios populares de Santiago. La encuentran sabrosa, barata y abundante. Esto último les gusta mucho. Por contraste, los Mc Donald´s aparecen como mezquinos. Cada porción está rigurosamente medida. No expresa el mensaje de festiva generosidad propio del ritual de la cocina chilena. La comida tradicional es don y fiesta. De los 32 Mc Donald´s que hay en Santiago sólo uno está en un barrio popular. El punto a señalar aquí es que no cualquier cosa de Estados Unidos entra. 5.-Desde el punto de vista del consumo popular uno de los fenómenos fundamentales ha sido la autorización para importar ropa usada. Por décadas los productores nacionales mantuvieron a las autoridades convencidas de que la ropa usada no era higiénica. Pero los economistas que dirigían la política económica del gobierno militar permitieron la
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 importación de ropa usada y causaron con ello un cambio drástico en el vestuario de la población popular. En unos tres o cuatro años el modo de vestirse era otro. En efecto, a comienzos de los ochenta virtualmente desapareció el joven o el hombre sin zapatos; la mujer se puso pantalones; el hombre grande, pantalones cortos; la parka sustituyó en los campos al poncho y las botas de goma a las ojotas. La población se llenó de T-shirts de colores, muchas veces con leyendas americanas que no entendían; de camisas floreadas, tropicales; de yeans Lee o Wrangler auténticos -los mismos que volvían locos a los jóvenes ricos de los sesenta y setenta, y que sólo conseguían en el exterior-; de pantalones sueltos, de trekking, llenos de bolsillos; de zapatillas Adidas o Nike. Nuestros datos indican que en los primeros años de los noventa se importaban más toneladas anuales de ropa usada que de ropa nueva equivalente. La situación después se invierte debido, en parte, al mayor poder adquisitivo, a los precios de la ropa china y, también, a algunas medidas administrativas que han implicado mayores costos para los importadores de ropa usada. 6.- La sociedad chilena es hoy, en términos económicos, tan desigual como hace treinta años. Sin embargo, desde el punto de vista de la estratificación social, la situación es vivida como más igualitaria. La masificación del consumo ha producido un efecto igualador en cuanto a símbolos de status. Los indicadores de status, por supuesto, siguen y seguirán siempre presentes, pues son consustanciales a toda sociedad. Lo que quiero subrayar es, primero, que muchos bienes simbólicos que eran inaccesibles, salvo para la minoría, en pocos años llegaron a la mayoría o, al menos, a sectores muy vastos. Esto creó una sensación de movilidad social que es independiente de las cifras estrictamente económicas, es decir, del ingreso per capita. Porque, por ejemplo, en 1977 el ingreso per capita fue un 11% menor que en 1970. No obstante, ese año se importó un volumen de televisores equivalente a cuatro veces al total que se compró en toda la década del sesenta. Por consiguiente, la clave aquí ha sido la apertura comercial. El segundo punto, es que las diferencias se han vuelto menos obvias. Las diferencias de clase son ahora menos marcadas en cuanto al lenguaje y a la ropa, por ejemplo, especialmente entre los jóvenes. De nuevo, de lo que se trata es de un efecto integrador que se da a pesar de que subsista el mismo nivel de desigualdad de ingresos. La diferencia entre tener o no tener auto; entre tener o no tener refrigerador en el lenguaje de los símbolos de status es percibida como mayor que la de tener un BMW o un Lada o Daihatsu de segunda mano, o que la diferencia entre tener un refrigerador con o sin ice-maker. Por lo tanto, las aspiraciones de ascenso en el nivel de bienes simbólicos han logrado una satisfacción mayor que el que señalan las cifras de ingresos. Por cierto, esto no significa ni tendría por qué significar, que la preocupación por una mayor igualdad de oportunidades vaya a perder importancia. Pero es probable que se oriente cada vez más hacia áreas como la salud y la educación, donde se gestan las diferencias más difíciles de superar individualmente. No cabe duda de que la presión por participar del consumo es un móvil poderosísimo que se confunde con la aspiración al ascenso social y económico. La población, nos guste o no, de hecho busca gobiernos que le abran posibilidades de mejoramiento económico. La principal razón para votar que “No” en el plebiscito de 1988
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 fue económica. La mayoría -que recordaba la altísima cesantía de comienzos de los ochenta- esperaba un mejoramiento económico con Aylwin. Y, efectivamente, ese mejoramiento ocurrió. La última encuesta del CEP indica que en diciembre la mayoría pensaba que la Alianza tenía mejores ideas en materia de crecimiento y empleo que la Concertación. También una mayoría espera que la Alianza llegue al poder en las próximas elecciones. Lo que está detrás de esto –a parte del desgaste natural del tiempo y del atractivo propio de la candidatura de la Alianza- es el bajo crecimiento de los últimos cuatro años y el alza del desempleo. La derecha en diciembre obtuvo el porcentaje de votos más alto que haya obtenido en elección parlamentaria alguna desde 1932 a la fecha. Claro que el sistema electoral ahora es otro. Pero también es cierto que antes de la cédula única de hecho el sistema era otro. La derecha está, en términos electorales, en su momento más fuerte en los últimos setenta años. Segunda parte: una consideración sobre los partidos y, en particular, los de izquierda. 7.-Estas transformaciones –paso ahora a lo político- se recortan contra un fondo histórico marcado por el conflicto social agudo, la intensa polarización ideológica, la movilización y la radicalización política, el proteccionismo y el capitalismo monopólico, el cuestionamiento de la propiedad privada y las expropiaciones de hecho y de derecho, la alta inflación, las huelgas, la aparición de focos terroristas, la deslegitimación sistemática del orden democrático capitalista, y, posteriormente, el golpe militar, la proscripción de la actividad política partidaria y el desmantelamiento de los partidos, profundas reformas económicas y sociales (apertura de la economía, nueva legislación laboral, previsional, de salud, educación...), períodos de crecimiento acelerado y bruscas caídas, alto desempleo, la prolongada violencia de la dictadura militar, la caída del muro de Berlín, el término de la Guerra Fría y la consiguiente globalización del modo de producción capitalista, en fin, la entrega pacífica del poder político a través de una transición negociada, y el restablecimiento de la democracia. En los años sesenta y comienzos de los setenta los jóvenes de izquierda querían el poncho, las ropas de lana cruda y tinturas naturales, la quena, las barbas del Che. El nacionalismo, el rechazo a las dictaduras, el anti-imperialismo, el rechazo a la sociedad de consumo (con argumentos al estilo de la escuela de Franckfurt), el marxismo-leninismo, el “aggiorniamento” de la Iglesia Católica desde Juan XXIII y la teología la liberación, la rebelión de Mayo de París, la lucha contra la injusticia y la miseria, la oposición a la guerra de Vietnam y el castrismo se confundían en un amplio y contradictorio movimiento de corte revolucionario y socialista. El socialismo de esos años encarnaba una doble promesa: la de la modernidad (el socialismo representaba el futuro, la vanguardia, el sentido de la evolución socioeconómica, la industrialización a través del estado) y, al mismo tiempo, “la promesa de un nuevo hogar” para usa la expresión de Berger. El sindicato y el partido marxista-leninista
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 protegen, educan, confieren o reafirman una identidad colectiva que se quiere de clase en medio de un mundo social dividido y en conflicto, y anticipan la sociedad futura. La crisis por la que ha atravesado el socialismo chileno es profundísima. Tal como ha mostrado Kolakowsky, y tantos otros, el marxismo llegó a tener las características de una iglesia universalista(el partido) con sus profetas (Marx, Engels), sus textos sagrados (El Manifiesto, el Capital...), sus intérpretes oficiales (Lenin...), su mito que implica una historia de redención con su pueblo escogido (el proletariado) y su paraíso terrenal (la sociedad sin clases), su lista de dogmas y pecados, su prédica y evangelización continua, su exaltación del sacrificio, sus mártires (el Che), sus herejes, sus purgas, sus castigos y perdones, su intolerancia para con quien no se somete a la autoridad. Al interior del partido el militante asumía una misión que llenaba de sentido su vida entera. El mismo Lenin pedía “monjes de la revolución”. Esto se mantiene incluso después del golpe militar. Los relatos de ex militantes como, por ejemplo, Carlos Cerda y Roberto Ampuero, muestran qué poder adquiría la jefatura del partido en el exilio, en Alemania Oriental y en Cuba, sobre sus miembros. Así, la decisión de irse de Alemania o de Cuba no dependía de la voluntad del militante y su familia, sino que era resorte del partido. Incluso asuntos matrimoniales, como el divorcio, son analizados en el partido. De alguna manera, al interior de esta visión salvífica de la política, las personas hacen un voto de obediencia, análogo al de las órdenes religiosas. Cada día surgen más y más testimonios del espíritu sacrificial y trascendente (aunque intramundano) que tuvo el compromiso político del militante de la izquierda chilena. Se podría sostener que había un tácito voto de pobreza y convenciones respecto del vestuario y apariencia física de los dirigentes. 8.- La crisis y recomposición de los partidos de la izquierda chilena ha significado, de un modo u otro, tener que habérselas no sólo con la labor represiva militar, no sólo con el exilio, no sólo con la experiencia casi siempre desmoralizadora de los socialismos reales, no sólo con la frustración de la esperanza de derrocar al régimen de Pinochet, no sólo con un nuevo sistema electoral, cambios radicales en los medios de comunicación social y en la vida sindical, sino que, con la caída del muro del Berlín y de la Unión Soviética, es decir, con el desmoronamiento del núcleo fundacional de la iglesia, es decir con la apostasía instalada en el Trono de Pedro que anticipa el Apocalipsis. Lo que se derrumba, entonces, es toda una Fe, y se viene abajo sin violencia, sin mártires. Simplemente, sus sacerdotes, obispos y cardenales más autorizados, la abandonan. Para la izquierda chilena esto implica, desde luego, repensar su orientación, su enfoque, sus objetivos, su estilo. Y esta labor se lleva a cabo con indudable valentía intelectual durante los años del régimen militar, antes de la caída del muro, muchas veces al amparo de centros de estudio, institutos y ONGs. Por ejemplo, se abandonó el leninismo y luego el marxismo con su visión de la historia como lucha de clases. Consecuentemente se dejó de lado la imagen del partido como organización de clase. Las líneas divisorias de la política chilena, como ha demostrado Arturo Valenzuela, nunca coincidieron con las de clase. Más allá de los esfuerzos ideológicos, la verdad es que la votación de los partidos era, de hecho, heterogénea desde el punto de vista socioeconómico. La derecha, por ejemplo, siempre logró una votación significativa en los
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 estratos populares. Hoy, simplemente no hay espacio social sino para partidos muy amplios, pluriclasistas y que canalicen las aspiraciones de ascenso socioeconómico de las grandes mayorías. Pero, claro, subsisten algunas sombras y diferencias. Principalmente, estas: hasta qué punto el compromiso con la estrategia de desarrollo económico es una cuestión táctica o, por el contrario, un punto sustantivo; hasta qué punto la Concertación busca un modelo socialdemocrático clásico, con el estado a cargo de la salud y la educación, por ejemplo, o, por el contrario, quiere que estas tareas sociales se lleven a cabo con una participación creciente del sector privado. (Al estilo de Blair y del socialismo español, por ejemplo ). Sin embargo, a mi juicio, la transformación más significativa dice relación con la noción misma de partido político. La izquierda ya no puede pretender que el partido vuelva a jugar un papel, en la vida de las personas, semejante al que desempeñaba. El partido ya no es una iglesia. El compromiso con él ya no se confunde con el sentido de la vida. Si los partidos marxistas eran para sus dirigentes un equivalente funcional de la iglesia y la orden religiosa, -y yo creo que lo eran- lo que ha ocurrido es una rapidísima secularización del partido de izquierda como institución y de la política como actividad. El partido radical se apoyaba en la masonería que también era un equivalente funcional de la orden religiosa. La masonería era una suerte de “anti-iglesia” durante el siglo XIX y buena parte del XX. El gradual decaimiento del partido coincide con el de la masonería. El partido conservador y la democracia cristiana surgen como expresión de vertientes de la Iglesia Católica. Es indudable que la desaparición del partido conservador se vincula con la postura del clero de la época. Creo, asimismo, que los problemas actuales de la democracia cristiana y el auge de la UDI –que es una especie de nuevo partido conservador- también tienen que ver con el vuelco ocurrido en la Iglesia desde Juan Pablo II en adelante. El desafío que la izquierda está enfrentando, entonces, consiste en refundar su cultura partidaria y organizarse desde la política y para la política en un sentido secular, sin el recurso al estilo y espíritu de las organizaciones religiosas, y sin su respaldo tácito. Tercera parte: una consideración acerca del movimiento evangélico y sus efectos 9.-América Latina es un continente en el que hay dos religiones, la católica y la evangélica pentecostal. Por cierto, la Iglesia Católica es la principal a mucha distancia, pero ya no es la única. El protestantismo pentecostal se expande rápido, en especial, en el mundo popular. En 1970 en Chile los evangélicos representaban un 6.18% y en 1992 llegaban al 13.6% según datos del censo. Datos de las encuestas del CEP indican que entre los pobres la cifra sube a un 20%. En el estrato bajo hay un evangélico observante por cada católico observante. Nuestros estudios indican que los evangélicos crecen, sobretodo, entre los más pobres de los pobres. Por ejemplo, en las zonas más pobres de La Pintana, como la población Jorge Alessandri y la Gabriela Mistral, los evangélicos representan el 34%. En la Estrecho de Magallanes llegan al 67%. En estas poblaciones, aproximadamente un 66% de
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 los observantes son evangélicos. Son los más pobres de los pobres si uno considera sus casas, los bienes durables de que disponen y su nivel educacional. En el asinamiento y la pobreza en que viven “comenzar a caminar en el Evangelio” es parte de su lucha diaria contra el maltrato, el desempleo y el subempleo, la violencia familiar, el alcoholismo, la droga, la prostitución y la delincuencia. 10.-El efecto más grande de la conversión es la reforma de la familia. Esto pasa por una redefinición tanto del papel masculino como del femenino. El hombre, al dejar de tomar, normalmente se desprende de sus amigos. El trago en el mundo popular está vinculado íntimamente a la idea de masculinidad. Es el nexo de la patota de amigos, abre la puerta a la fiesta y, también, a la violencia. El evangélico corta con todo ello y lo sustituye por la asistencia al templo en familia, lo que implica asumir abiertamente su conyugalidad. Al interior del templo encontrará el cariño, el apoyo y las emociones de la pertenencia que antes le daban la fiesta con sus amigos. En el caso de la mujer, la transformación es quizás todavía más profunda. Según Sonia Montecino, en la tradición mariana subyacente en la sociedad latinoamericana, el centro de la familia es la madre como protectora, como amparo y consuelo. La conversión significa que la condición conyugal se sitúa en el centro, y la mujer adquiere un compromiso económico más explícito. La mujer gana en dignidad, respeto y consideración. Sale de la casa para ir al templo sola o con su marido, lee y comenta las Escrituras, pertenece a una red social que apoya a la familia cuyo padre está cesante, y –punto fundamental- se reúne regularmente con sus hermanas mujeres a discutir sus problemas y a orar (las Dorcas). La pareja evangélica se ve más unida. Viven en orden, lo que se aprecia a simple vista observando la limpieza y cuidado de la casa, o la vestimenta de los niños. 11.-El mensaje evangélico se trasmite a través de muchas pequeñas iglesitas que surgen como callampas en el medio popular chileno. En La Pintana hay algo de sesenta, por ejemplo, con sus respectivos pastores. Controlan diversos programas de radio y son dueños de la radio “Armonía”, dedicada exclusivamente al mensaje evangélico. El movimiento es chileno, pero está conectado a redes internacionales. Así, por ejemplo, según los estudios del CEP, el 80% de los pastores chilenos dicen haber salido del país para hacer cursos o recibir instrucción. En La Pintana, el 44.2% de los pastores declara estar influenciado por pastores de afuera de Chile. De modo que estamos en presencia de un movimiento globalizado. En materias morales tales como aborto, divorcio, relaciones sexuales prematrimoniales y otras, los evangélicos son más conservadores que los católicos practicantes. En general, les interesa poco la política y reparten su voto, más o menos, como la población. Pero no esperan mucho del estado en materias económicas. A diferencia de los católicos tienden a establecer un vínculo causal entre el compromiso religioso y el éxito económico. Entre los observantes, un 61% cree que un cristiano ejemplar será bendecido por Dios con bienes materiales. El 74.4% de los pastores de La Pintana cree que la voluntad de Dios es que aquellos que creen en Jesucristo mejoren
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 económicamente. Un 60.1% de los observantes cree que su situación económica ha mejorado desde su conversión. Los evangélicos, a su vez, valoran más que los católicos la responsabilidad personal y la iniciativa propia como causas del éxito económico de las personas. Es conocida su honradez y disciplina laboral. Los más activos en sus respectivas iglesias frecuentemente prefieren trabajar en forma independiente. En las investigaciones del CEP hemos encontrado a menudo entre ellos a pequeños empresarios. Pareciera, entonces, que el evangelismo está actuando como grúa entre los grupos más pobres y vulnerables de la sociedad chilena. Y hay señales, recientemente, de que algunos comienzan a integrarse a las capas medias y predicar un mensaje acorde con ello. Cuarta parte: el papel de los nuevos movimientos católicos conservadores 12.-En el extremo opuesto de la sociedad chilena –entre los empresarios y profesionales- también se expande un movimiento religioso, vinculado a la familia. Ordenes católicas, de tendencia conservadora, papista, mariana, contrarias al socialismo y a la teología de la liberación, y pro empresa privada están jugando un papel importante en los círculos más modernos y globalizados desde un punto de vista económico. En efecto, empresarios que hicieron estudios de postgrado en Chicago o Harvard, que están en la vanguardia en materias tecnológicas y financieras, sienten la necesidad de comprometerse seriamente en movimientos religiosos tales como el Opus Dei, el Schoenstatt, o los Legionarios de Cristo (de origen mexicano), entre varios otros. Se trata de órdenes religiosas que le dan más importancia al laico, que tienen colegios prestigiados y, generalmente, también universidades. Ninguna de ellas nace en Chile. Se trata de movimientos internacionales. No puede decirse que se trate de instituciones autóctonas y contrarias a la globalización. Representan, más bien, otra manera de entender la globalización y de instalarse en ella. Las organizaciones conservadoras – tanto como, por ejemplo, las ecologistas- implican una agenda y redes globales. Su tarea se extiende a la empresa. Así, “Generación Empresarial”, institución ligada a los Legionarios de Cristo, organiza frecuentes seminarios con líderes del mundo empresarial acerca de temas tales como “Los siete pecados capitales”. Hace algún tiempo, en uno de estos seminarios colgaba un lienzo con la leyenda “La ética es rentable”. Figuras destacadas de “Generación Empresarial” tienen columnas en diarios de gran influencia. El empresario y ejecutivo chileno es partidario de la economía de mercado y, a la vez, tiende a ser un católico conservador en lo religioso y en materias de moral sexual. 13.-El intento por conciliar estas dos dimensiones refleja un anhelo muy hondo. Me parece que la cuestión de la familia es aquí lo central. La familia filtra las tendencias globales. Ciertamente, está recibiendo el impacto de la secularización y de nuevos estilos de vida más permisivos. Las pertenencias religiosas corresponden a un intento por mantener continuidades en medio de un mundo sometido a cambios vertiginosos. La movilidad laboral entre una ciudad y otra, y la temprana separación y autonomía de los niños respecto de sus padres son peligros que trae consigo la sociedad capitalista. Es lo que sucede en Estados Unidos y aquí, en Chile eso no gusta. La proporción de padres e
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 hijos que viven bajo el mismo techo es tres veces mayor en Chile que en los Estados Unidos. No es algo que la gente quiera cambiar. La familia se siente llamada a intensificar y fortalecer el sentido de pertenencia de sus miembros. Padres y madres, hijos e hijas, yernos y nueras, tíos y tías, sobrinos, abuelos se siguen encontrando semana a semana, normalmente el domingo, para almorzar. Los modernos hábitos deportivos, por ejemplo, se adoptan, pero de inmediato se incorporan a la vida familiar. El divorcio -más allá del tema legislativo- es, en este contexto, una amenaza a la continuidad y, por ende, a la identidad. En una encuesta del World Values Survey, se preguntó qué era lo más importante que debía enseñarse a un niño. Típicamente, los países como Alemania, Noruega, Suecia y Suiza, respondían que la “perseverancia”. En la mayoría de los países latinoamericanos la respuesta fue la “obediencia”. ¿Señal de una visión conservadora y tradicional? Sí. Pero también de ansiedad. 14.-La importancia de la familia es nueva, es moderna. Lo que describo no es, simplemente, la inercia de un enfoque tradicional de la familia. En un mundo pluralista, ningún padre, ninguna madre puede dar por descontado que sus hijos e hijas heredarán su forma de vida. Puede ocurrir que se hagan budistas, musulmanes o New Age, que se establezcan como una pareja homosexual, que se casen y decidan no tener hijos o que resuelvan irse a vivir quizás a dónde. Para alguien criado en una familia conservadora católica estas opciones son serias y francamente problemáticas. Significan que la línea de herencia religiosa y cultural se corta. Esto se vive como una pérdida de identidad. Por otro lado, esto es parte de lo que entendemos por autonomía personal y libertad. Es lo que da sentido a la idea de un orden social libre. Una vez que el “virus” de la libre elección penetra en el organismo, ya no es posible esperar que los valores tradicionales se reproduzcan solos y sin empeño de nadie. El “yo” pasa a ser, entonces, en buena medida un proyecto personal. Entonces, para trascender de una generación a otra, se vuelve imperativo un cuidado de los hijos tal que haga probable que inventen sus vidas al interior del marco de la forma de vida heredada, es decir, la de la comunidad. El padre aspira a que sus hijos pertenezcan a la comunidad en la que él mismo tomó sus decisiones existenciales. La participación en movimientos religiosos tiene mucho que ver con esto. La religión vincula a la generación presente con la pasada y la futura, y de algún modo las reúne en torno a la idea de una continuidad viva. Los seres humanos quieren transmitir sus genes. Pero también su manera, casi siempre implícita, de habitar este mundo. 15.-La importancia de la religión, en términos sociológicos, se acentúa si uno considera que la sociedad chilena y latinoamericana se caracteriza por una abierta y generalizada desconfianza en las personas e instituciones. Un estudio de Sociología de la UC muestra que en Chile sólo el 14% cree que se puede confiar en las personas (en Estados Unidos es el 42%). Según el World Values Survey, en general, los países latinoamericanos son los que menos confían en la policía, el gobierno y los partidos políticos. En efecto, Venezuela, Argentina, Colombia, Brasil, Perú y Chile están entre los diez países que menos confían en sus partido políticos. A la inversa,
El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 entre los catorce países que más confían en las iglesias, siete –entre ellos Chile- son latinoamericanos. La tesis de Valenzuela y Cousiño es que si en Estados Unidos predomina la “asociatividad”, basada en la responsabilidad personal de quien se compromete y firma el contrato o se incorpora a la asociación voluntaria, en Latinoamérica predomina la “sociabilidad”, derivada de las relaciones familiares. La asociatividad se nutre de una alta confianza en el desconocido, el ajeno. La sociabilidad, en cambio, surge de la reciprocidad y está ligada, como en las relaciones de familia, al don recibido. No a un contrato explícito. La idea de familia se toca con el concepto de amistad. A menudo ser amigo de alguien significa ser amigo de la familia. La confianza se basa, en primerísimo lugar, en el vínculo familiar. En general, los socios preferidos son el hermano, el primo, el tío, cuando no directamente el padre. En Chile las empresas familiares son la regla. Incluso cuando una empresa chilena es una sociedad anónima, se transa en la bolsa y tiene miles de accionistas, el grupo controlador tiende a ser una familia. Por otra parte, la pertenencia a la iglesia y a un movimiento religioso probablemente facilitan la superación de la desconfianza mutua. Las conexiones sociales es posible que dependan más que en otros países de instituciones ligadas a la iglesia. La educación en colegios católicos, y su prestigio, aumenta. Por contraste, la educación laica y municipalizada pierde prestigio, incluso en la izquierda, que prefiere hoy, según nuestras encuestas, educar a sus hijos en colegios privados subvencionados. Hay, con todo, algunas excepciones notables como el Instituto Nacional, el liceo Carmela Carvajal y el Javiera Carrera, por ejemplo. Las sociedades latinoamericanas tienen un severo problema de legitimidad institucional. Es, seguramente, el problema político básico de nuestro mundo. La excepción son las instituciones religiosas. La consecuencia natural es que surjan partidos políticos que, o se alimentan de tendencias eclesiásticas y religiosas, o se convierten en sustitutos y equivalentes de la iglesia y sus órdenes sacerdotales. Marx vio en la religión la principal fuente de legitimidad de una sociedad de clases. En América Latina, por lo dicho anteriormente, legitimar las diversas instituciones sociales, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, sobre la base de la religión resulta ser un impulso especialmente poderoso. La fuerza secularizadora en la modernidad, excepción hecha de los Estados Unidos, ha sido avasalladora. Sus efectos se notan claramente en Francia y España, por ejemplo, países de raigambre católica en los que la religión parece batirse en franca retirada. Puede muy bien ser que Chile termine siguiendo ese mismo camino, que la vitalidad de los movimientos religiosos conservadores corresponda simplemente a una fase transitoria, a una manera de atemperar el impacto de cambios demasiado bruscos, que las generaciones siguientes desconozcan esta ansiedad por conseguir alguna forma de continuidad y permanencia de formas de vida amenazadas. Las costumbres más liberales en materia de ética sexual, por ejemplo, parecen difíciles de domeñar. El creciente apoyo a que se legisle sobre el divorcio sin ser, me parece, un tema fundamental para los efectos de este análisis, apunta, sin embargo, en esa dirección. Al mismo tiempo, hay que tener presente que la Iglesia Católica, a través de su historia, ha dado pruebas de su extraordinaria capacidad de adaptación. Quizás encuentre
“El Chile que Viene I”, 28 de Febrero al 2 de marzo de 2002 formas de flexibilizar, de hecho, muchas de sus posiciones actuales en vista de las nuevas costumbres. Con todo, lo cierto es que hoy en día tienen enorme gravitación y arraigo –por razones que creo haber indicado- movimientos que quisieran desarrollar una manera propia de participar en el mundo globalizado, abierta en lo económico, y tradicional en lo religioso y lo moral. Con ello se intenta, a menudo inconscientemente, la preservación de un cierto orden familiar y una cierta continuidad intergeneracional en la forma de vida. En el mundo popular, por su parte, el auge del evangelismo conlleva una reforma del papel de los géneros y la estructuración de una nueva conyugalidad. Se configura, entonces, un orden familiar que facilita el compromiso con un proyecto de vida común sumamente exigente, por cuanto rompe por completo con los patrones esperados en el ambiente. Ese proyecto es, fundamentalmente, religioso y moral, pero acarrea consecuencias para el trabajo –valoración de la honradez, de la disciplina, de la constancia, del empeño y la iniciativa personal-. Va acompañado, además, de la esperanza de ser bendecido por Dios con bienes materiales. -o(*) Director del Centro de Estudios Públicos. Profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Chile y del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica. La novela Cuando éramos inmortales (Alfaguara) es su último libro publicado.

Somos Parte De Esta Sociedad Evangèlicos y Politica en Chile Post Autoritario

Evguenia Fediakova Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago efediako@usach.cl

RESUMEN Los procesos socioeconómicos y políticos de los últimos treinta años han transformado significativamente el movimiento evangélico chileno. Tras romper su marginalidad social y simbó-lico-espiritual, las iglesias evangélicas se consolidan como un nuevo protagonista de la sociedad civil. Los imperativos de establecer una vinculación más estrecha con la sociedad y la creciente conciencia de ser una importante fuerza social y electoral avalan los intentos de constituirse en un nuevo actor político, situando al movimiento evangélico frente a nuevos desafíos prácticos y teológicos. El presente artículo analiza las interrelaciones entre evangélicos y política en Chile, comparando el pentecostalismo histórico y los grupos neopentecostales que surgieron después de 1980. Estos sectores se diferencian tanto por su origen y estructura social, como por modos de relacionarse con la política y la sociedad. Mientras el pentecostalismo tradicional tiende a una participación política más activa, los neopentecostales pretenden ejercer los cambios sociales desde niveles comunitarios y privados. PALABRAS CLAVE: EVANGÉLICOS, (NEO)PENTECOSTALES, POLÍTICA, SOCIEDAD CIVIL, CIUDADANÍA ABSTRACT The socioeconomic and political processes of the last thirty years have transformed the Chilean evangelical movements significantly. Arising from its social and symbolic-spiritual marginality, these churches consolidate themselves as a new protagonist of Chilean civil society. The imperatives of establishing a narrower link with the Chilean society and the increasing conscientiousness of being an important social and electoral force supports the attempts to constitute itself as a new political actor, forcing it to face off new theological and practical dilemmas. This article analyzes the inter-relations amongst evangelists and politics, comparing the historical pentecostalism to the neopentecostalist groups that emerged after 1980. These groups are different not only in origin and social structure, but in how they participate in politics neopentecostalism groups try to exert social changes from more local and private levels. SOBRE LA AUTORA son los nuevos actores no estatales en las relaciones internacionales, así como religión y * Se redactó este artículo en el marco del Proyecto FONDECYT No. 1030266. La autora agradece a la Dra. Emmanuelle Barozet y al Mg © Víctor Fernández por su valiosa colaboración en la confección y realización de las encuestas y entrevistas. and society. While traditional pentecostalism tends to have a more active political participation, Investigadora docente del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago. Historiadora, Doctora por la Universidad Lomosonov de Moscú, Rusia, Master of Arts en Historia, Universidad Lomonosov, Moscú y Ph.D. en Ciencias Políticas por el Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (IMEMO) de la Academia de Ciencias de Rusia. Sus áreas de trabajo política en el mundo contemporáneo y América Latina.
POLÍTICA Nº 43 En la década de los noventa, con la ola de las transiciones hacia la democracia en América Latina y en el mundo, los movimientos evangélicos irrumpieron en distintos países latinoamericanos como una nueva fuerza política, hasta entonces muy poco considerada, tanto por ellos mismos como por los actores políticos convencionales. La formación de la “bancada evangélica” en el parlamento de Brasil, la activación política de los “renacidos” en Argentina, la constitución del partido político protestante en Perú y el amplio apoyo de los evangélicos en la reelección de Fujimori no sólo provocó optimismo en cuanto al futuro político de este sector religioso, sino que condujo también a una reconsideración de su rol e importancia en el proceso político latinoamericano. El mundo evangélico chileno no estuvo ajeno a esta dinámica de politización. Los intentos de articular un nuevo partido político y de presentar su propio candidato presidencial (1995-1999), así como crecientes contactos entre diversos sectores evangélicos y partidos políticos, gobierno y autoridades locales, obligan a considerar a este grupo poblacional como un actor político emergente en el escenario nacional chileno, que posee autonomía, dinámica propia y una clara conciencia de sus objetivos y demandas político-sociales. Sin embargo, después de la última campaña presidencial, la politización evangélica en Chile aparentemente ha perdido dinamismo. La falta de unidad y la insuficiente capacidad para debatir temas, cuyos alcances traspasan la interpretación bíblica de la realidad, hicieron fracasar los intentos de formar un partido político confesional, así como de lograr un apoyo mínimo al candidato evangélico. No obstante, esta experiencia tuvo importantes efectos. Los evangélicos lograron una novedosa y práctica lección, que por primera vez les permitió medir sus capacidades y deficiencias políticas reales. Por otra parte, el mundo político chileno volvió a descubrir a un sector social, cuya presencia numérica e influencia cultural en la sociedad no podían pasar desapercibidas en ninguna campaña electoral. Finalmente, la autoexclusión de los evangélicos del espectro partidista tradicional los llevó a buscar otras formas de participación política, junto con una mayor concentración de su actividad a nivel comunitario: trabajo con grupos de riesgo social, proyectos educacionales, etc. Además, la mencionada “desactivación” protestante estuvo posiblemente determinada por la coyuntura política. Es probable que las próximas campañas electorales den un nuevo impulso a la participación de los evangélicos en la agenda política nacional. La percepción pública sobre los evangélicos que predominó históricamente en Chile se basaba en múltiples estereotipos. Ellos eran descritos como un segmento social marginal, mayoritariamente pobre, de bajo nivel educacional y de actitudes políticas más bien conservadoras. Sin embargo, los cambios sociales, políticos y culturales que se han producido al interior del movimiento evangélico durante los últimos treinta años hacen necesarias la complejización y matización de esta imagen estereotipada. Por otra parte, la heterogeneidad
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario denominacional y doctrinal que caracteriza a los evangélicos se refleja también en la gran diversidad de preferencias políticas presentes en este movimiento, las cuales han sido hasta ahora poco estudiadas. En el presente artículo, analizaremos las interrelaciones entre evangélicos y política en Chile, comparando dos corrientes protestantes que hemos estudiado: el pentecostalismo histórico y los grupos neopentecostales que surgieron después de 19801. Partimos del supuesto que estos sectores se diferencian tanto por su origen y estructura social, como por los modos de relacionarse con la política y la sociedad. Mientras que el pentecostalismo tradicional tiende a una participación política más activa y reclama un reconocimiento público más amplio, los neopentecostales pretenden realizar su proyecto de cambios sociales desde niveles comunitarios y privados. Para ejemplificar estas diferencias, hemos divido el texto en cuatro partes. La primera se refiere a la evolución histórica del pentecostalismo tradicional y a los factores que determinaron el fin de su marginación de la esfera pública. La segunda analiza al pentecostalismo como actor político emergente, destacando las particularidades de la conducta electoral de este sector religioso en el momento actual. La tercera parte está dedicada a los grupos neopentecostales que tratan de ofrecer los paradigmas teológicos y sociales, distintos a los de las iglesias institucionalizadas. Finalizamos el artículo tratando de establecer las tendencias en la opinión de los evangélicos sobre el mundo político y su rol en éste, sobre la base de una encuesta aplicada a distintas comunidades pentecostales y neopentecostales. Pentecostalismo institucionalizado: de la marginalidad al protagonismo político Una de las principales particularidades que distingue la historia religiosa de Chile de la de otros países latinoamericanos es el surgimiento de un movimiento pentecostal (Valparaíso, 1909), de carácter profundamente autóctono y popular. Si bien el “despertar pentecostal” se produce bajo el liderazgo de un pastor ex-En América Latina el término “evangélico” se refiere al mundo protestante en su totalidad, abarcando tanto a los protestantismos históricos, como a sus modificaciones más recientes. Se pueden establecer tres grandes grupos al interior del movimiento: 1) el tradicional, que incluye a las iglesias protestantes históricas que comenzaron a enviar misioneros a América Latina desde comienzos del siglo XIX (bautistas norteamericanos, presbiterianos, metodistas, luteranos, etc.); 2) el pentecostalismo, que hasta ahora estaba concentrado en los sectores urbanos y rurales predominantemente más pobres. Se caracteriza por la primacía de la experiencia personal que tiene cada creyente con el Espíritu Santo sobre la doctrina. En el pentecostalismo, la teología se desarrolla a través del testimonio y prácticas curativas, cultos de adoración y glosolalia (el habla en otras lenguas); 3) el neopentecostalismo se concentra en los sectores de clase media/media alta, no atribuye la importancia primordial a las prácticas proselitistas y trabaja preferentemente a través de núcleos y redes familiares (Berryman, 1999). Se considera que en Chile y algunos otros países latinoamericanos, más del 80% de los evangélicos son pentecostales. No disponemos de las cifras exactas sobre el número de comunidades y creyentes neopentecostales en Chile, aunque se presume que es un grupo minoritario.
POLÍTICA Nº 43 ción posterior del fenómeno han correspondido exclusivamente a los desafíos y tranjero, el metodista norteamericano W. Hoover, tanto las causas como la evoludinámicas nacionales, que pronto convertirían a este movimiento en una de las fuerzas socio-culturales relevantes dentro del país2. Dos períodos han marcado la evolución del pentecostalismo chileno: las turbulencias político-sociales de los sesenta y la división del movimiento evangélico tras el golpe de Estado de 1973. Durante las décadas anteriores, el desarrollo pentecostal estuvo determinado por dos tendencias principales: un crecimiento explosivo (sobre todo en los sectores de pobreza y de extrema pobreza de la población)3 , y un declarado aislamiento de la sociedad. A diferencia del “protestantismo histórico” (presbiterianos, metodistas, luteranos, bautistas) que desde fines del siglo XIX mantenía estrechos vínculos con los círculos liberales laicos, especialmente con el Partido Radical, las iglesias pentecostales trataron de evitar los contactos con un “mundo externo”, del cual no formaban parte. Proviniendo de los sectores sociales más pobres, los pentecostales no tenían posibilidades de acceder a los beneficios sociales o educacionales de la mayoría de la población (Sepúlveda, 1996). Ellos constituían una subcultura aislada, que rechazaban a un mundo que, a su vez, los rechazaba a ellos. Su actitud hacia la política se caracterizaba por una profunda desconfianza, la cual se sustentaba en dos tipos de razones: la esencia del mundo político en cuanto ámbito infinitamente mundano; y la incompatibilidad del actuar político con los “valores y principios cristianos”. Sin embargo, a partir de los años sesenta, el “apoliticismo socialmente determinado” (Cleary y Sepúlveda, 1998) de los pentecostales enfrenta nuevos desafíos que erosionan profundamente su ensimismamiento anterior. Los procesos de industrialización, urbanización y reforma agraria crean en Chile un nuevo clima social, de gran incertidumbre y conflictividad, pero al mismo tiempo de enorme movilidad y crecientes expectativas. Por su parte, el impacto de la Revolución cubana, la democratización del sistema político y la creciente influencia del paradigma marxista de modernización crearon un importante sistema de referencias para las nuevas inquietudes político-sociales. El pentecostalismo se encontró con la necesidad de responder a un doble desafío: proponer una alternativa a la 2 Desde los años cuarenta, en Chile se establecen otras denominaciones pentecostales, de origen extranjero, como las Asambleas de Dios de Estados Unidos y de Suecia. Compartiendo con pentecostales endógenos tales características como la importancia del bautismo del Espíritu Santo, testimonio personal y estilo litúrgico, las Asambleas de Dios contienen ciertas diferencias doctrinales, junto con otorgar una mayor importancia a los estudios bíblicos y orientarse a sectores sociales medios y medios bajos. Los pentecostales extranjeros llegan a Chile primero para ayudar a los nacionales en la preparación bíblica, pero frente a la aversión que demostraba el pentecostalismo endógeno para la educación en general, se establecieron como una denominación evangélica más, y minoritaria. 3 Según los Censos de Población, en 1920 en Chile, habían 54.800 evangélicos, lo que equivalía al 1,44% de la población; en 1940, su cantidad aumenta a 63.400 (el 2,34%) y en 1960 alcanza a 424.700 (el 5,58%). Citado por: Fontaine, Beyer (1991).
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario izquierda y a la teología de la liberación, fenómenos que compartían con los pentecostales no solamente la misma base social (obreros, pobladores, jornaleros, campesinado), sino que la aspiración y voluntad de “salvar al mundo”. La cuestión era que en estas condiciones, el mensaje pentecostal, hasta ahora puramente teológico, podría resultar insuficiente frente a las propuestas católicas o laicas izquierdistas (Sepúlveda, 1999). El mundo pentecostal se mostró altamente sensible a los cambios en la composición social y política del país. En este período, los editoriales de la revista “Chile Pentecostal”, el órgano de la Iglesia Metodista Pentecostal4, reflejan el crecimiento en la percepción de los evangélicos de ser un interlocutores viables y una creciente fuerza electoral: “La iglesia metodista pentecostal de Chile se ha organizado por la voluntad de Dios para cumplir dignamente en todos los actos cívicos de nuestra patria. [....] Antes no se había hecho porque no se consideraba oportuno para ello… Pero la verdad desnuda es que es hoy cuando un verdadero cristiano debe actuar ¡no en la política! sino en actos cívicos. Debe intervenir los planes humanos y rechazar con su voto lo que vaya en contra de la justicia o de su fe. [...] El derecho a voto es un arma pacífica que Dios nos da para defendernos de la injusticia de los hombres”5. Los pentecostales comienzan a sentirse reivindicados por la sociedad y demuestran que son capaces de enfrentar el desafío. En esta época, se producen los primeros casos de doble militancia en las iglesias pentecostales y partidos de izquierda (aunque no permitida en ambas partes), así como el aumento del número de ex miembros evangélicos en la dirección de sindicatos, juntas de vecinos y directivas políticas locales. Los (y las) pentecostales resultaban ser “cuadros” muy valiosos para los partidos socialista y, en menor medida, comunista, y para el movimiento sindical, pues disponían de experiencia en cuanto dirigentes, sabían organizar y convencer, no tenían miedo a las autoridades y estaban muy acostumbrados a interpretar y transmitir la palabra impresa. Sin embargo, el clima de politización general de la sociedad parecía quitarle espacio a lo divino, y los censos de población de la época reflejaron una notoria disminución de los ritmos de crecimiento evangélico en comparación con las décadas anteriores6 . Finalmente, en los sesenta, el pentecostalismo chileno tuvo que enfrentar un doble desencuentro que, siendo una reacción a los conflictos y problemas nacionales, fue al mismo tiempo una de las principales tendencias del movimiento evangélico mundial. Por una parte, se presentó una brecha entre las posturas 4 5 “¿Lo cívico es pecaminoso?”, Chile Pentecostal, Nº 535, enero de 1961: 3. 6 Si entre 1920 y 1960 los Censos demuestran que la población evangélica prácticamente se duplicó cada 10 años, entre 1960 y 1970 su crecimiento fue más moderado, pasando de 425.770 (el 5,58% del total de la población) a 549 900 personas (el 6,18%). Citado por Fontaine, Beyer (1991). políticas de los pastores y de los feligreses que los primeros pretendían guiar. Fundada por el pastor metodista W. Hoover, tras el avivamiento pentecostal en Valparaíso en 1909.
POLÍTICA Nº 43 Por otra parte, se hicieron cada vez más claras las diferencias entre el pentecostalismo conservador que priorizaba el cambio individual y rechazaba el compromiso social de la iglesia, así como la colaboración interconfesional; y el sector ecuménico, más liberal, solidario y comprometido con la sociedad. Ambas posiciones fueron consolidadas en la época de la Unidad Popular y, en especial, durante el gobierno militar. Históricamente, la figura central en la iglesia pentecostal estaba representada por el pastor (o el obispo), cuyo estilo de dirección autoritario y vertical, llevaba a los estudiosos del fenómeno a concluir que el pentecostalismo endógeno tendía a reproducir el modelo paternalista del latifundio tradicional (Lalive D´Epinay, 1967). El pastor era para los fieles la última instancia y el punto de referencia permanente, no solamente en sus relaciones con el Señor, sino en la solución de todos los problemas profesionales, económicos o matrimoniales que les afectaban. Durante las campañas electorales, los líderes pentecostales se sentían en pleno derecho de dar a sus feligreses claras instrucciones de cómo y por quién votar. Sin embargo, y dado el hecho de no tener una jerarquía centralizada, como en la Iglesia Católica7, y del principio de sacerdocio universal, esta aparente infalibilidad pastoral era relativizable, cuestión que convertía a los evangélicos en un electorado poco predecible8. Posteriormente, la época de la Unidad Popular trajo para el movimiento pentecostal contradicciones y ambigüedades, que hicieron más claras las incongruencias entre las directivas (explícitas o latentes) que daban los pastores y el comportamiento electoral real de los feligreses. Al parecer, durante la campaña electoral de 1970, entre los líderes pentecostales predominó el temor al agnosticismo y a la “falta de Dios” del candidato marxista, condición que los llevó a superar su tradicional anticatolicismo y a votar por la Democracia Cristiana (Cox N., 1995: 170). Por otra parte, no eran pocos los pentecostales para quienes la identidad obrera y la sensibilidad hacia el marxismo estaban muy presentes. Estos últimos votaron por Allende, considerando que su programa podía defenderlos a ellos, a los pobres, a los marginados, y a los débiles y oprimidos9. Durante los tres años posteriores, entre los pentecostales y el gobierno de la Unidad Popular 7 Para mayor información acerca de la estructura organizacional de la iglesia pentecostal, véase: C. Lalive D’Epinay (1967) y H. Tennekes (1985): 18-21. 8 El hecho que las iglesias pentecostales no tengan un centro único, cuyas decisiones sean obligatorias para todas, y el postulado según el cual cada creyente tiene por gracia divina el “don” de ser el líder espiritual (sacerdocio universal), sugiere varias lecturas. Por una parte, puede considerarse como causal de ambiciones personales, escisión y alta desintegración del movimiento evangélico. Por otra parte, explica en cierta medida, la rapidez con la cual las iglesias evangélicas crecen en el país. De igual manera, dichas condiciones pueden crear premisas para la formación de prácticas democráticas de creyentes: el derecho a tener una opinión propia, hábitos iniciales de liderazgo y participación. Incluso más, siguiendo el principio de la primacía de la experiencia personal por sobre la doctrina, el creyente, al momento de votar, podría no obedecer a la palabra del pastor, sino que “a la del Señor”. 9 No disponemos de los datos que permitan apreciar la distribución de la votación evangélica respecto a las candidaturas presidenciales de 1970.
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario se estableció incluso cierta afinidad. Esta, tal vez no era racional; más bien se caracterizó por una gran afectividad y por la emotividad10 que sentían los “postergados” de antaño por un gobierno que al fin era “de ellos”. Al igual que para toda la sociedad chilena, el golpe de Estado de 1973 constituyó en el mundo pentecostal un momento paradigmático y profundamente divisorio. Se consolidó la fisura entre la mayoría evangélica conservadora que expresó su apoyo al gobierno del general Pinochet, y el minoritario sector ecuménico, que se opuso al régimen militar y que, junto con la Iglesia Católica, se dedicó a la defensa de los derechos humanos. Además, el acercamiento que se produjo entre los círculos protestantes conservadores (a los cuales pertenecían muchas iglesias pentecostales) y el gobierno, representó para el mundo evangélico la generación de expectativas de incremento de su estatus dentro de la sociedad y de obtención del mismo nivel de reconocimiento público, político y jurídico que detentaba la Iglesia Católica. Existen varios estudios que analizan de manera detallada las relaciones entre los militares y los evangélicos post 1973 (Lagos, 1988; Lagos, Chacón, 1987; Cleary, Sepúlveda, 1998; Sepúlveda, 1999, entre otros), aunque no creemos que el tema se encuentre totalmente agotado. Aquí destacaremos sólo algunos aspectos del diálogo evangélico-militar que nos parecen más relevantes para el análisis posterior de los cambios políticos al interior del pentecostalismo chileno. Desde nuestra perspectiva, hacia la década de los setenta, el crecimiento cuantitativo del movimiento pentecostal chileno devino en cambios cualitativos, que lo transformaron en un nuevo actor social independiente (tanto en su condición de opositores, como de partidarios del gobierno). La demanda por obtener un rol propio dentro de la sociedad, el surgimiento de la necesidad de proteger sus intereses institucionales y la emergencia de una nueva conciencia corporativa obligaron al movimiento evangélico a buscar maneras de insertarse en la sociedad, a establecer canales de diálogo o de presión con las autoridades y a transformarse en protagonista real y considerado de la sociedad civil. Uno de los factores adicionales que podía facilitar una mayor afinidad entre las mentalidades evangélica y militar fue el discurso antipolítico, el desprecio compartido hacia la política partidista y la común evaluación de ésta como nociva y perjudicial para los intereses de la nación. Por primera vez en su historia, los líderes evangélicos y pentecostales se consideraron interlocutores viables e influyentes del gobierno. El hecho de ser recibidos en La Moneda y que la máxima autoridad del país asistiera al Entrevista a Samuel Palma (Dr. en Sociología de la U. de Londres), pentecostal, miembro del directorio de la Fundación para la Superación de la Pobreza, 1 abril de 2002, Santiago. Te Deum 10
POLÍTICA Nº 43 evangélico11 significó para ellos el logro, en diversos círculos políticos y sociales, lde un nivel de reconocimiento que hasta ese momento nunca habían tenido. Amismo tiempo no podemos descartar, además, la idea de que ambas partes se necesitaban mutuamente para garantizar sus intereses corporativos o políticos coyunturales. Por un lado, tras perder parte del apoyo de la Iglesia Católica, el gobierno militar tuvo que buscar otra fuerza simbólico-ideológica, a través de la cual pudiese sustentar su legitimidad. Por el otro, los evangélicos esperaban que su nuevo posicionamiento político les permitiera cambiar su estatus jurídico y lograr una mayor igualdad religiosa entre la iglesia católica y la protestante12. En este sentido, compartimos la conclusión de E. Cleary y J. Sepúlveda de que este sector evangélico mantuvo contactos con el gobierno no por afinidad política con los autores del golpe, sino que en busca de consolidación de su poder religioso (Cleary y Sepúlveda: 105)13. En los hechos, pese al apoyo brindado por el Consejo de Pastores14 al gobierno de Pinochet, éste nada hizo para cambiar la legislación de cultos, cuestión que, en definitiva, provocó decepción entre los evangélicos. Esta misma desilusión los motivó a superar su tradicional desconfianza hacia los partidos, incentivándolos, ya después de 1989, a abrir el diálogo con diversos círculos partidistas y parlamentarios. Uno de los factores que mejor explica la creciente concientización cívica y política del movimiento pentecostal fue el significativo aumento del número de fieles que se produjo en el período autoritario. Si en 1970 la población evangélica constituía algo más del 6% de la población (Censo de 1970), a principios de los años noventa distintas fuentes estimaban que su presencia oscilaba entre el 13 (Censo de 1992) y el 16% (Fontaine, Beyer, 1991)15 . En las condiciones de “receso político” y de “apagón cultural” que vivía la sociedad, las iglesias constituyeron espacios, donde se intentaba restablecer el tejido social quebrantado y donde las personas tenían posibilidades para expresarse, participar e intercambiar opiniones. En contraste con el éxodo de los pentecostales hacia los partidos y/o sindicatos en los años sesenta, ahora eran las iglesias las que recibían a los ex miristas, comunistas y socialistas que no solamente encontraron ahí el refugio frente a los miedos y las persecuciones, sino que también adoptaron el credo, 11 El primero tuvo lugar en septiembre de 1975. 12 Los evangélicos chilenos aspiraban a una legislación religiosa que les reconociera como entidades de derecho público (y no privado), condición que los habilitaría para la adquisición y administración de bienes, educación religiosa, ejercicio de funciones espirituales en hospitales, cárceles, instituciones castrenses, etc. 13 Nos parece interesante mencionar que en los Estados Unidos durante esa misma época comenzó a formarse la Nueva Derecha Cristiana, mayoritariamente evangélica. Este movimiento, en contraste a la experiencia chilena, se caracterizó por demostrar una gran afinidad con el partido Republicano y por sus aspiraciones de llegar al poder político con el objeto de realizar un proyecto no corporativo, sino que de escala nacional. 14 Organismo creado en 1975, que agrupó a distintas iglesias evangélicas y pentecostales para coordinar las acciones conjuntas en apoyo al gobierno militar y en oposición al ecumenismo y la Iglesia Católica (Lagos, 1988: 113). 15 Según el Censo del 2002, los evangélicos constituyen el 15,1% de la población chilena.
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario convirtiéndose en pastores y líderes espirituales16 . No obstante, la izquierda derrotada no era la única fuente del crecimiento evangélico; el flujo también llegaba de otros sectores: de los “apolíticos”, de la derecha y de los uniformados. Las iglesias aparecían como el punto de encuentro, donde los ex antagonistas políticos, los perseguidos y los perseguidores, aprendían a orar juntos como “hermanos cristianos”. A diferencia de la Iglesia Católica, los círculos evangélicos conservadores optaron por mantener el silencio en cuanto al problema de los derechos humanos. Existe la opinión que el acercamiento entre los militares y los evangélicos explica que estos últimos se hayan abstenido de denunciar los “excesos” del régimen autoritario. Sin embargo, creemos que la situación era más compleja. Es cierto que, como sostienen ahora algunos representantes del sector conservador, “después de 1973, los evangélicos no sabían la realidad y no querían saber la realidad, y ésta es la causa de que su postura era demasiado complaciente”17. No obstante, el silencio de los pastores no siempre era voluntario: muchos de ellos tenían hijos y familiares detenidos, y necesitaban negociar con las autoridades de la época la vida o la libertad de sus cercanos (o de fugitivos políticos refugiados en la iglesia), y todo ello se pagaba con el silencio y el conformismo18. Por otra parte, contrastando el mito ampliamente compartido sobre los pentecostales como un universo conservador, anticatólico y antimarxista, dentro del pentecostalismo existía otro sector, cuyas posturas y actividades se diferenciaban radicalmente del oficialismo del Consejo de Pastores. En la época en que toda la sociedad se encontraba perpleja por el abrupto término del gobierno democrático, por las medidas económicas drásticas del neoliberalismo incipiente y por el encierro forzoso de las personas en su espacio privado, las iglesias pentecostales ecuménicas asumieron gran parte de las responsabilidades sociales del Estado benefactor desmantelado. Aun más, ellas se convirtieron en importantes canales para la protección de los derechos humanos, en instancias de ayuda a las familias de los reprimidos y en medios para la reconstitución paulatina de lazos comunitarios desintegrados. Las comunidades pentecostales, que históricamente se caracterizaban por un mayor compromiso social, consolidaron sus orientaciones ecuménicas, colaborando estrechamanos (Sepúlveda, 1999: 143). Entrevistas a hermanos y pastores evangélicos de Santiago y Concepción (julio-agosto de 2003), quienes solicitaron no revelar su identidad. Entrevista a Arnold Jacob, pastor de la iglesia Encuentro con Cristo, 29 de agosto de 2002, Santiago. Entrevista a Samuel Palma, 1o de abril de 2002 y al pastor Cristián Romo, 23 de agosto de 2003, Santiago. mente con la Iglesia Católica en organizaciones como la Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas (FASIC), el Comité de Cooperación por la Paz y el Servicio Evangélico para el Desarrollo (SEPADE); todo ello, en su misión de organizar, proteger y promover la solidaridad y la defensa de los derechos hu16 17 18
POLÍTICA Nº 43 En 1981, se forma la Confraternidad Cristiana de Iglesias (CCI), como respuesta a las pretensiones del Consejo de Pastores de monopolizar la representación de intereses de todos los evangélicos. La nueva organización fue constituida por 11 comunidades evangélicas y la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía. Ella expresaba la llamada “tendencia profética” dentro del movimiento evangélico. Durante el crecimiento de la movilización popular y el aumento de las protestas de 1983-8519, la CCI devino en la voz alternativa a la “tendencia oficialista”, no solamente llamando a la tolerancia y democratización del país, sino que creando además espacios de solidaridad y protección a los reprimidos por el régimen. Según sostiene el sociólogo J. Sepúlveda, “en los últimos años su voz fue oída con mucha mayor frecuencia que la del Consejo de Pastores” (Sepúlveda, 1999: 140-144). De esta manera, hacia el momento del restablecimiento de la democracia, el movimiento evangélico chileno (más de 80% del cual corresponde al pentecostalismo) se consolida como la segunda fuerza religiosa de Chile, con una conciencia social propia y aspiraciones políticas en proceso de constitución. En el contexto de la transición, los evangélicos ya no podían permanecer callados frente a los principales temas que dividían el país y tuvieron que buscar caminos que aportaran a la reconciliación nacional. Tanto para el flanco evangélico conservador como para el ecuménico, era un proceso lento, difícil y doloroso, pero en cierto sentido recíproco. Mientras que los conservadores reconocían su error de haber optado por el silencio y la pasividad frente al problema de los derechos humanos y apreciaban el valor moral de la Iglesia Católica, los pastores ecuménicos y liberales planteaban el principio cristiano del perdón y de la comprensión de las razones del otro, como únicos instrumentos que podrían eliminar el odio y ayudar a reconciliar la sociedad20. En 1991, ambos sectores fueron invitados por el presidente Aylwin a participar en debates sobre los resultados del trabajo de la “Comisión Nacional de la Verdad y la Reconciliación”, lo que constituyó un importante paso para que el movimiento evangélico desintegrado retomara el diálogo interno (Sepúlveda, 1999: 147). Otro ámbito a través del cual se articulaban las posturas políticas evangélicas, era la lucha por el cambio del estatus jurídico de las iglesias protestantes. El trabajo por la elaboración y aprobación de la nueva ley de libertad de cultos, que debía igualar los derechos de las iglesias católica y evangélica, abría al nes Evangélicas, órgano fundado para concordar las posiciones de evangélicos Las iglesias pentecostales ubicadas en las comunas más pobres de Santiago, demostraban un nivel de politización aún mayor, especialmente cuando los líderes y los miembros de las iglesias de las poblaciones La Legua o La Victoria estaban entre los protagonistas del movimiento de protestas durante los años 198385 (Kamsteeg, 1998). Entrevista a Samuel Palma, 1 de abril de 2002, Santiago. menos dos perspectivas. En primer lugar, mediante el Comité de Organizacio19 20
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario y del mundo político, se crearon las condiciones para un mayor acercamiento y respeto entre diversas tendencias evangélicas, permitiendo a los conservadores actitudes más tolerantes y abiertas21. En segundo lugar, la necesidad de negociar con el gobierno, los partidos políticos y el poder legislativo favoreció una apertura recíproca entre los mundos evangélico y político, ayudándoles a conocerse mutuamente y a superar las desconfianzas y resentimientos de las épocas anteriores. Por otro lado, el movimiento evangélico en general y especialmente el pentecostalismo de los noventa constituía un fenómeno bastante diferente a aquel que existía en Chile hace treinta años. En los hechos, el pentecostalismo dejó de ser la religión de los más marginales y tendió a agrupar tanto a los pobres como a los estratos medios y medios bajos. Según investigaciones del Centro de Estudios Públicos, en 1991, un mismo número de entrevistados (el 48%) se identificaba con cada una de las corrientes (Fontaine, Beyer, 1991). En concreto, muchos pastores pentecostales pertenecen a la primera generación de evangélicos que se trasladaron de las poblaciones a los barrios de prestigio social más alto hace menos de una década22. El mejoramiento del nivel económico de los pentecostales tuvo como consecuencia el despertar de otras inquietudes, exigencias y necesidades que anteriormente se consideraban como “mundanas” y, por lo tanto, “peligrosas”. El mundo pentecostal parece superar su tradicional aversión por la educación: el 84,7% de los pentecostales chilenos encuestados en 1994, consideraban que la educación universitaria para ellos mismos o para sus hijos “es buena, y es una bendición de Dios” (M. Bothner, 1994: 295). En 1962, el historiador católico I. Vergara hizo notar que “en Chile no hay ninguna universidad protestante, ni un movimiento educacional importante, ningún pensador, sociólogo, político, hombre de gobierno, escritor, profesor universitario, dirigente obrero en lucha sindical…” (Vergara, 1962: 241). Ahora el mundo evangélico cuenta no solamente con sus propios establecimientos educacionales (al menos de enseñanza media), sino que con un creciente número de sociólogos, cientistas políticos, abogados, profesores universitarios, dando origen a la intelligentsia pentecostal. “Dios necesita ciudadanos políticos”: pentecostales y política en 19902000 De esta manera, desde los años ochenta, el pentecostalismo histórico se ha consolidado como una importante fuerza socio-cultural, cuya presencia numérica en la sociedad chilena, sólida estructura institucional y creciente conciencia propia, le permiten comenzar el proceso de articulación de sus proyecciones y Entrevista a la pastora Juana Albornoz, 19 de noviembre de 2002, Santiago. Entrevistas con los pastores Carlos Vega (25 de mayo de 2000) y Gustavo Robles (20 de agosto de 2002), Santiago. 21 22
POLÍTICA Nº 43 aspiraciones políticas. Por otra parte, para los políticos, el mundo evangélico se ha convertido en un importante sector del electorado, cuyas demandas e influencia deben ser tomadas en consideración. Este reconocimiento al movimiento pentecostal fue demostrado, por ejemplo, en el hecho de que en las dos últimas campañas presidenciales, todos los candidatos respetaron la invitación de varios organismos e iglesias pentecostales a compartir con ellos sus programas, posturas políticas y oraciones. Desde principios de los años noventa, el pentecostalismo institucionalizado desarrolló relaciones con el mundo político en tres formas principales: a través de intentos de constituir una identidad partidista confesional; mediante el uso de alianzas con los partidos políticos existentes; y colaborando con las autoridades a diferentes niveles para el desarrollo de distintos proyectos sociales. A nuestro parecer, la participación en el trabajo sobre la nueva “ley de cultos” no podía dar cabida a todas las nuevas demandas evangélicas, en sus crecientes pretensiones por jugar un rol político protagónico. Mientras que varias iglesias pentecostales trataban de establecer contactos con líderes políticos y candidatos presidenciales, otros sectores evangélicos no se sentían representados por ninguna de las corrientes ideológicas. Así, por ejemplo, durante la campaña electoral de 1993-94, los sectores evangélicos más conservadores, al calificar a las candidaturas inscritas como “Nueva Era ecológicos”, “católico marxista”, “católico jesuita”, “Nueva Era humanista”, “católico Opus Dei”, “católico oportunista”, llegaron a la conclusión de que por razones éticas y doctrinales “los evangélicos no podemos votar en conciencia por ninguno de ellos”23. Sin embargo, las campañas electorales post 1989 han demostrado que para el electorado pentecostal, en el momento de votar, las razones de conveniencia o inconveniencia de uno u otro candidato pueden ser más determinantes que las consideraciones doctrinales o las de afinidad política. Como hemos mencionado anteriormente, esta particularidad está basada en las características doctrinales del pentecostalismo que, a diferencia del protestantismo histórico, otorga una mayor importancia al testimonio y a la experiencia directa sobre el texto impreso. Por lo tanto, el comportamiento político pentecostal se rige por la “influencia de las principales razones por las cuales la población pentecostal no podría ser ejemplo, un pastor ex simpatizante del régimen de Pinochet, podría considerar como “más conveniente” a un candidato de la Concertación e invitar a sus feligreses a votar por él, pues la centroizquierda “trabajó mucho por mejorar la situación jurídica de los no católicos”24 . Durante la última campaña presidencial, un sector de la iglesia pentecostal se declaró abiertamente a favor del candidato de la 23 Revista Evangélica, 1993, Nº 2, Santiago: 19. Entrevista a Carlos Vega, pastor de la Iglesia Metodista Pentecostal, Ñuñoa, 25 de mayo de 2000. espontánea del Espíritu Santo” y no por un dogma predeterminado. Esta es una catalogada como adherente exclusiva de la derecha o de la izquierda. Así, por 24
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario derecha, considerado como una persona de convicciones cristianas, mientras que otro sector llamó a votar por el candidato agnóstico, cuya cultura política ha sido considerada “más conveniente” que la de un católico conservador, por ser “más abierta a escuchar y valorar el aporte de las diversas tradiciones de pensamiento moral y cultural presentes en el país”25. En la segunda mitad de los años noventa, se han profundizado las diferencias entre los evangélicos en cuanto a su eventual protagonismo político. El Comité de Organizaciones Evangélicas (COE), que en aquella época representaba entre un 80 y un 90% de las iglesias evangélicas y pentecostales, rechazaba la posibilidad de que pudiera existir un “brazo político evangélico”, pues, según su visión, “ningún partido o movimiento político, presente o futuro, puede arrogarse la representación del pueblo evangélico”26. Otros evangélicos sostenían por su parte, que en el mundo político actual existía un vacío para representar y defender los intereses evangélicos. Para superarlo, se insistía en la necesidad de “cambiar nuestra mentalidad”, en “pensar que sí podemos participar activamente en los comicios electorales, además del mero voto y llegar al parlamento con varios diputados y senadores, como sucede en Brasil”27, es decir, en “formar un partido político con principios respetables extractados de la Palabra de Dios”28. Además, los intentos de crear un partido político apuntaban a otros dos objetivos: combatir las “ideologías extrañas”, “incompatibles con la doctrina cristiana”29, y tratar de competir con otra institución religiosa, cuyo activismo político era indiscutible: la Iglesia Católica. “Si los evangélicos piensan que no es ético meterse en la política – escribían unos años antes los activistas protestantes–, hay que explicarles que no tiene nada de malo ayudar con el voto a derrotar a una Iglesia que sí se mete… y trata de erigirse como la única institución que tiene derecho a mangonear en el país”30. Las aspiraciones evangélicas a ganar su propio espacio político se han concretado en dos intentos. En noviembre de 1995, el movimiento Alianza Nacional Cristiana (ANC)31 pasó a ser un partido político, cuyo objetivo principal consistía en presionar al gobierno para aprobar la Ley de Igualdad Religiosa32. Tras llegar a un “acuerdo electoral y programático” con Renovación Nacional, trató de presentar “candidaturas cristianas” en las elecciones municipales de 1996 y parlamenta25 “Orientaciones para el voto evangélico frente a la segunda vuelta presidencial”, Santiago, diciembre de 1999. 26 “COE. Declaración pública”, Revista Evangélica, No.8, 1996, Santiago: 18. 27 Revista Evangélica, 1993, Nº3: 23. 28 Ibídem, 1996, Nº8: 17. 29 Ibídem. 30 “Los evangélicos y la política”, Ibídem, 1993, Nº2: 20-21. 31 El movimiento comenzó a constituirse unos meses antes, bajo el liderazgo de teólogos, pastores, profesores universitarios prevenientes de iglesias como Asambleas de Dios, Tiempo de Dios, entre otras. 32 Entrevista a Abraham Larrondo, cientista político evangélico, uno de los fundadores de la ANC, 23 de septiembre de 2004, Santiago.
POLÍTICA Nº 43 evangélicas en las elecciones municipales de 1996, de las cuales fueron electos rias de 1997. Producto de este acuerdo, la Alianza presentó 12 candidaturas 4 concejales. En las elecciones parlamentarias del 1997, la ANC no logró conseguir apoyo electoral de ninguno de los partidos, y el candidato de la ANC por el distrito 20 de la Región Metropolitana obtuvo como independiente el 2,97% de votos. En 1999, la misma agrupación política, ya de una manera independiente, apoyó al pastor pentecostal Salvador Pino como primer candidato presidencial evangélico. Sin embargo, tras darse cuenta de la inviabilidad de esta candidatura, éste transfirió su apoyo electoral a Joaquín Lavín. De esta manera, las iniciativas electorales evangélicas no obtuvieron un mayor desarrollo histórico, demostrando su debilidad político-organizacional, por falta de preparación y de capacidad integradora de los líderes de la ANC33. Al mismo tiempo, la Alianza evangélica no logró elaborar un proyecto político a largo plazo, pues la aprobación inesperadamente rápida34 de la Ley de Libertad de Cultos en 1999 significó el cumplimiento del objetivo principal de la organización, quitándole su razón de ser. A partir de ese momento, los autores de la iniciativa política evangélica comenzaron a concentrar sus actividades en otras áreas, como medios de comunicación, educación y capacitación de los fieles; todo ello en consideración a que la participación de los evangélicos en la política, como un sector autónomo y constituido, requiere varios años de preparación35. En efecto, los intentos de repetir en Chile la experiencia brasileña demostraron que el mundo evangélico nacional está demasiado dividido para ser representado por un partido político. El individualismo y las ambiciones personales de pastores y líderes laicos, poco acostumbrados a buscar acuerdos y concesiones, disminuían su capacidad de negociación para establecer consensos necesarios en el mundo “de lo posible”. Por cierto, la Alianza Nacional Cristiana era una organización demasiado reciente y débil para actuar en el escenario político chileno de una manera independiente. Sin embargo, creemos que su clara afiliación inicial con la derecha y centroderecha podría apartar a muchos evangélicos y pentecostales de otras tendencias políticas, así como aquellos que preferirían un partido evangélico sin una identificación ideológica tradicional. La mayoría de los pastores y feligreses, sin descartar la posibilidad de presentar un candidato evangélico en las elecciones presidenciales, no apoyaron a Salvador Pino, calificando esta experiencia como errónea por ser demasiado prematura y poco preparada. Sin embargo, otras formas de vinculación entre evangélicos y el mundo político parecen ser más exitosas como, por ejemplo, recurrir a partidos ya existentes y La colaboración con RN no prosperó. En 1999, el candidato evangélico no pudo reunir la cantidad de firmas suficiente para presentarse como candidato presidencial, demostrando que esta idea tenía una legitimidad muy baja entre los propios evangélicos. Entrevista a Abraham Larrondo, citada. 35 Ibídem. 33 34
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario órgano político, los sectores evangélicos más institucionalizados aspiran a tener colaborar en el desarrollo social local. Actualmente, en vez de crear su propio representantes a nivel de autoridades locales, utilizando canales de partidos consolidados. Sólo en la Región Metropolitana, el mundo evangélico cuenta con un alcalde y 10 concejales en varias comunas de la ciudad, elegidos en listas de diferentes partidos políticos. En los hechos, en la campaña municipal del presente año (2004), pretenden participar alrededor de 100 candidaturas evangélicas que postulan a los puestos de alcaldes y concejales por las listas de los Partidos Comunista, Socialista, PPD, Democracia Cristiana, UDI y Renovación Nacional. Según sostiene el obispo de la Iglesia Evangélica Pentecostal Emiliano Soto, presidente del Consejo de Unidades Pastorales36 de la Región Metropolitana (CUPREM), si bien la mayoría de los contactos que los evangélicos desarrollan con el mundo político corresponde a la centroizquierda (en especial, con el PPD), ellos mantienen relaciones con todo el espectro político. Los motivos por los cuales los evangélicos establecen contactos con los partidos están determinados no tanto por convicciones políticas, sino por razones pragmáticas, siendo más valorado el hecho de participar en el ejercicio del poder que de identificarse con cierto “color” ideológico. Los requisitos que los evangélicos plantean para el acercamiento con un partido consisten en que éste sea “más abierto” y que tenga “principios más similares” a los evangélicos, dando a los hermanos la posibilidad de “crecer dentro del partido”. Según el obispo E. Soto, “ahora es conveniente que los hermanos participen en distintos partidos, en todos los partidos, porque son instrumentos para poder gobernar”37. Por las mismas razones, el acceso al poder es utilizado por políticos evangélicos no para representar los intereses de cierto partido, ni los de cierto sector social, sino para representar y garantizar los intereses de su iglesia. En este aspecto, compartimos la opinión de otros estudiosos del tema (Bastián, 1994; Cleary, Sepúlveda, 1998), según la cual el comportamiento actual del mundo evangélico no permite definirlo como un actor político nacional, sino que más bien corporativo. 267De todas formas, uno de los problemas fundamentales en el actuar político de los varios organismos interdenominacionales (COE, Consejo Evangélico Nacional de Chile –CENACH–, CUPREM, Confraternidad de Comunidades Evangélicas, Consejo de Pastores, entre otros), pero, al igual que en el caso de los partidos políticos, ninguna de estas organizaciones puede pretender representar a la totalidadtuido como referentes habituales para el gobierno (COE o CENACH), mientras que otros desarrollan su actividad a nivel comunal (Unidades Pastorales en la Región Metropolitana, Iquique u otras ciudades). Agrupación de distintas comunidades evangélicas a nivel regional y/o comunal para elaborar una táctica común en sus relaciones con diversas instituciones y autoridades. Entrevista al obispo de la Iglesia Evangélica Pentecostal E. Soto, Presidente de CUPREM, 17 de diciembre de 2002, Santiago. evangélicos sigue siendo su alto nivel de desintegración. Actualmente existen de los evangélicos chilenos. Algunas de estas instituciones se han consti36 37
POLÍTICA Nº 43 Últimamente, las Unidades Pastorales se han convertido en un importante instrumento de diálogo entre los evangélicos y las municipalidades. La unificación de varias iglesias de determinadas comunas en una Unidad de Pastores y la obtención, sobre esta base, de personalidad jurídica, permite a los evangélicos sumar esfuerzos en sus diversas labores sociales. La colaboración entre evangélicos y entre éstos y las autoridades locales, no solamente ayuda a las iglesias a defender sus intereses corporativos o a mejorar la infraestructura, sino que les permite postular a fondos concursables otorgados por el gobierno para el desarrollo local y regional. Este es el punto en el cual las áreas de colaboración entre la iglesia evangélica y la sociedad son infinitas: los proyectos sociales ganados por las Unidades Pastorales contemplan programas de trabajo con grupos en riesgo social, ministerios en las cárceles y hospitales, participación en comunidades terapéuticas y centros de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, construcción de colegios para niños de escasos recursos y orfanatos, así como proyectos de colaboración con partidos y municipios en las áreas de protección de menores y en campañas contra la violencia doméstica38. Aparentemente, cada vez más el pentecostalismo institucionalizado está saliendo de su separatismo doctrinal “antimundano”, probando su fuerza política y asumiendo una mayor responsabilidad social. Entre los líderes pentecostales, la idea de que en la iglesia evangélica “hay un gran deseo de hacer cosas” es ampliamente compartida39. La capacidad de las organizaciones evangélicas para actuar a nivel comunitario las posiciona cada vez más como importantes actores de la sociedad civil chilena y amplía el reconocimiento hacia los evangélicos entre sus contrapartes políticas, laicas o religiosas. El hecho de que en varias comunas de Santiago se hayan creado puestos especiales de encargados en asuntos religiosos para dialogar con el movimiento evangélico, ejemplifica tal reconocimiento. En el ámbito ecuménico, el desafío consiste en constituirse como referencia ética y de coherencia moral para el mundo político. Según sostienen participantes de esta tendencia, en el pentecostalismo, “la experiencia de conversión es la expresión del deseo de un orden, la dignidad, de un orden ‘burgués’ para los trabajadores que aspiran a tener una familia, corbata, educación, limpieza. Este orden es la expresión de un modelo social, y la experiencia religiosa es también una construcción social. Entonces, la participación en la política es un desafío para los evangélicos, [...] es una aspiración de convertir a la política en parte de este orden”40 . Entrevistas al misionero de las Asambleas de Dios James Mazurek, 20 de mayo de 2002, Santiago; al obispo E. Soto (op.cit.); y al pastor Hugo Rodríguez, Presidente de la Unidad Pastoral de Iquique, 20 de diciembre de 2003 (la última fue realizada para los objetivos del Proyecto FONDECYT No. 1030243 y amablemente proporcionada por la Dra. E. Barozet, Investigadora Responsable). Conversaciones con pastores y líderes laicos D. Alchaueñe, S. Palma, G. Robles, E. Soto, N. Muñoz, 2002-2004, Santiago-Concepción. Entrevista con Samuel Palma, 1o de abril de 2002, Santiago. 38 39 40
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario Por otra parte, características tales como una preparación educacional aún insuficiente, una alta fragmentación organizacional y el pragmatismo electoral no nos permiten considerar al pentecostalismo institucionalizado como un actor político absolutamente constituido. Creemos que la creciente auto-percepción de los pentecostales como ciudadanos de su país corresponde a la tendencia general de la rearticulación de la sociedad civil que comenzó tras la consolidación del modelo neoliberal. En esta perspectiva, es más probable que el pentecostalismo actúe con mayor eficiencia en el nivel comunitario, participando en diversos proyectos de desarrollo social, o bien como un considerable grupo de presión. La reciente obtención de un estatus jurídico y social más elevado, además de ambiciones nuevas y expectativas crecientes, no solamente abren la posibilidad de que los intereses corporativos del mundo pentecostal puedan coincidir cada vez más con los objetivos nacionales, sino que, a la larga, ayudarán a elaborar una visión propia de país. Iglesias neopentecostales: la dualidad entre ser ciudadano e hijo de Dios Otro cambio en el escenario religioso que siguió a la reestructuración económi-co-social chilena de los años ochenta fue la creciente heterogeneización y complejización del mundo evangélico, dando origen a los grupos que por su estructura y formas de relacionarse con la sociedad son bastante diferentes del pentecostalismo institucionalizado. No todos los sectores evangélicos que se consolidan después de 1980 tienen una identificación denominacional clara, prefiriendo algunos llamarse simplemente “cristianos”. No obstante, características tales como las semejanzas doctrinales y litúrgicas con las iglesias pentecostales y la concentración de la actividad evangelizadora en los sectores sociales más acomodados permiten referirse a ellos como neopentecostales41 . En comparación con el pentecostalismo institucionalizado, este segmento evangélico constituye un sector minoritario: los dos grupos neopentecostales que hemos observado difícilmente reúnen a unas 6 mil personas en todo el país42. Sin embargo, creemos que su concepto de cristianismo, sus maneras de vincular lo divino con lo mundano, así como sus actitudes políticas, podrían ofrecer nuevos paradigmas de evolución social, teológica y organizacional para el movimiento evangélico chileno en general. nidades Cristianas, tienen sus raíces en el movimiento de renovación que desde mediados de los años sesenta tuvo como resultado la confluencia organizacional En Chile hemos comenzado a estudiar a dos representantes de la corriente neopentecostal: el Movimiento de Renovación (o Comunidades Cristianas) y las iglesias La Viña, en Santiago y Concepción. Como hemos mencionado, este grupo religioso chileno aún requiere de investigaciones desde las ciencias sociales. Si bien es cierto que, aparte de las mencionadas, en Chile existen otras comunidades neopentecostales, no encontramos cifras referidas a su presencia numérica en el país, ni datos sobre la cantidad de denominaciones. El origen de los grupos neopentecostales es variable. Algunos, como las Comu41 42
POLÍTICA Nº 43 y espiritual entre algunas denominaciones evangélicas (pentecostales, aliancistas, Asambleas de Dios) y católicos carismáticos. Tras encontrar importantes aliados y líderes doctrinales en un movimiento análogo en Argentina, desde los comienzos de los años ochenta, las Comunidades Cristianas se establecieron, principalmente, en Santiago y Concepción, manifestándose como una “iglesia unida” y de “verdaderos principios cristianos”, alternativa al catolicismo y al evangelismo denominacional, así como a la ética secular relativista y a los “sistemas de participación obsoletos”43. Por su parte, iglesias como La Viña surgen a principios de los años ochenta como resultado de la unificación de una iglesia evangélica nacional con la Asociación Internacional de las Iglesias La Viña, uno de los fenómenos más recientes de santidad y despertar espiritual, fundado por el ex músico de jazz y predicador norteamericano John Wimber44. Pese a ciertas diferencias de origen, organización y doctrina entre las iglesias La Viña y las Comunidades Cristianas, ambas manifiestan rasgos comunes que permiten catalogarlas como dos expresiones de la misma tendencia religiosa. Primero, surgen como alternativa (avivamiento) al estilo disciplinado, formal y “apagado” del protestantismo histórico por una parte, y a su creciente politización y vinculación con organismos y movimientos “izquierdistas” (como la Teología de la Liberación o el Consejo Mundial de Iglesias) por otra. Como resultado, la “manifestación del Espíritu Santo” provoca la “pentecostalización”45 de las denominaciones institucionalizadas o, en la mayoría de los casos, induce a divisiones internas. Desde el punto de vista teológico, son iglesias neotestamentarias que hacen énfasis en la doctrina del Reino de Dios46. En general, las comunidades neopentecostales son una combinación de teología conservadora con un estilo litúrgico muy expresivo e informal, con especial énfasis en los dones del Espíritu Santo (santidad, glosolalia, profecías, exorcismo) y en la comunicación muy personal entre el individuo y el Señor. También ambas iglesias se destacan por su organización flexible y poco burocratizada, priorizando vínculos horizontales. Como Jesucristo es considera43 Entrevista a Rodrigo Abarca, 20 de septiembre de 2002, Santiago. 44 Llama la atención el elemento hippie, bastante fuerte en ambas iglesias: en las primeras etapas de la historia de las Comunidades Cristianas en el sur de Chile, la mayoría de sus integrantes eran hippies, cuando J. Wimber fue uno de los activistas de la “revolución de las flores” en EE.UU. Después de su conversión, revolucionó el estilo litúrgico evangélico con sus innovaciones musicales. 45 Es decir, la aparición en las liturgias anteriormente formales y estructuradas de algunos elementos del culto pentecostal como, por ejemplo, la emotividad, la danza, las expresiones corporales y verbales espontáneas. 46 Contraponiéndose como modelo de comunidad religiosa a organismos tan estructurados y fuertemente institucionalizados como la Iglesia Católica o los protestantismos históricos, los teólogos neopentecostales reivindican un concepto de iglesia que se remonta a la época apostólica del cristianismo del siglo I. Se trata de una variación de la más antigua de las utopías humanas sobre la sociedad ideal, justa, igualitaria, próspera y feliz. Así, se sostiene que la primera y mayor comunidad del Reino es la iglesia, formada por las familias que viven en paz y armonía. Por lo tanto, la iglesia está llamada a ser la comunidad modelo para todos los pueblos y naciones. En este sentido, el Reino de Dios es la eterna utopía humana que rechaza la desigualdad, la injusticia y el individualismo.
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario do el único líder de la iglesia, no existe institución de obispos, ni centro administrativo, ni autoridad centralizada. La dirección de las iglesias se fundamenta en el legado apostólico de la cristiandad, dentro del cual el concepto de discípulo es especialmente enfatizado: la comunidad religiosa es un “racimo de uvas al re-vés”47, donde cada capa inferior constituye núcleos de discípulos de las capas superiores, quienes también aprenden de su Maestro Principal, Cristo. Por lo tanto, la iglesia a menudo tiene no sólo un pastor, sino que varios, cuyo trabajo está fuertemente apoyado por la activa participación de los laicos. La estructura “nuclear” no descarta la posibilidad de que dentro de cada grupo de discípulos, la autoridad del líder o del pastor sea sumamente fuerte. El tercer rasgo común es que el crecimiento expansivo de la iglesia no forma parte de las prioridades neopentecostales. No emprenden campañas masivas de evangelización ni prédicas en las calles, ni recurren a otras prácticas proselitistas como visitas de casa a casa. Prefieren tener una iglesia pequeña para no perder el ambiente de cordialidad y familiaridad, de trato muy individualizado para cada uno de sus integrantes. Su trabajo se desarrolla en forma “celular”, en reuniones caseras y grupos pequeños, segregados de acuerdo a criterios etáreos, matrimoniales, de género, riesgo social, etc. El concepto neopentecostal de la iglesia no se refiere al edificio ni a la institución, sino a la comunidad de los fieles, lo que implica que la adoración es permanente y no requiere de un espacio específico. Por lo tanto, no construyen templos ni compran terrenos, prefiriendo arrendar casas o gimnasios y, de esta forma, invertir fondos en algo que consideran más importante que la infraestructura material: el desarrollo interno espiritual del individuo y de la comunidad48. Además, el perfil social de los neopentecostales es distinto de otras corrientes evangélicas. La mayoría de los integrantes de las comunidades neopentecostales es gente joven (el promedio de edad en las Comunidades Cristianas es de cuarenta años; en La Viña, menos de 35) y los matrimonios con más de dos hijos son muy frecuentes. El nivel educacional es más alto de lo que la imagen estereotipada supone: de un total de 94 entrevistados neopentecostales, 16 eran 47 Entrevista al pastor Carlos Canto, 24 de septiembre de 2002, Santiago. 48 Uno de los autores más influyentes en la formación del pensamiento de las Comunidades Cristianas, el evangélico chino W. Nee, escribió: “Los grandes edificios de hoy con sus orgullosos capiteles hablan del mundo y de la carne antes que del Espíritu [...] La gente se siente más libre de hablar de cosas espirituales en la atmósfera informal de un hogar que en espaciosos templos donde todo se hace de modo formal; por lo tanto, hay la misma posibilidad allí para el intercambio mutuo. Por alguna razón, tan pronto como las personas entran en estos edificios especiales, involuntariamente adoptan un estado de pasividad y esperan que se les predique. El ambiente de una familia debiera penetrar en todas las reuniones de Dios, para que los hermanos se sientan libres de hacer preguntas [...]. Además, si las iglesias están en los hogares de los hermanos, ellos naturalmente sienten que los intereses de la iglesia son sus intereses [...] Así el método escritural de la organización de la iglesia es en extremo sencillo. Tan pronto como hay unos pocos miembros en un lugar, ellos comienzan a reunirse en uno de sus hogares. [...] Un local para tales propósitos puede conseguirse prestado, alquilado, o construido, de acuerdo a las posibilidades económicas de la iglesia; pero debemos recordar que el lugar ideal para la reunión de los santos son sus propios hogares” (Citado por Abarca, 2001: 103-104).
POLÍTICA Nº 43 postgrado. La mayoría de los fieles neopentecostales pertenecen a la clase meestudiantes de educación superior, 34 personas tenían título universitario y 6 un dia, teniendo algunas iglesias la meta de evangelizar al “Barrio Alto”. De hecho, mientras que los pentecostales históricos consideran al sector Oriente de Santiago como “cerrado para el Evangelio”, la experiencia de La Viña en Las Condes constituye uno de los primeros ejemplos exitosos de una iglesia evangélica que salió a “conquistar” a la clase capitalina acomodada49. Finalmente, un nivel de educación y socioeconómico más altos tienen interesantes implicancias tanto para el estilo litúrgico como para el clima interno de las iglesias neopentecostales. Así, estas comunidades se destacan por la especial cordialidad y emotividad que marcan sus cultos y relaciones interpersonales. La liturgia hace énfasis en emociones y sentimientos y no en conocimientos o en la interpretación racional de la Biblia. La afectividad aparentemente exagerada que expresan los miembros de la iglesia se opone a la “enorme frialdad, indiferencia y desamor”50 del mundo externo. Para los integrantes del movimiento, si bien la búsqueda de la verdad es un camino personal, el individuo no puede ser cristiano fuera de la iglesia; no puede llevar la vida de un verdadero cristiano sin su prójimo, “porque no hay cristiano sin los hermanos, no hay Evangelio sin la comunión con los demás”51. Una de las prácticas más fuertes en estas iglesias desde el punto de vista emocional son las oraciones y confesiones mutuas. El hecho de compartir sus penas con el prójimo, de estar dentro del grupo de personas que oran por uno y sus necesidades, u orar con otras personas por los demás, convierte a estas iglesias en espacios de psicoterapia colectiva, donde cada uno sabe que puede ser escuchado y aliviado en su dolor. De esta manera, una de las principales funciones de estos grupos es terapéutica, tanto para los jóvenes que llegan “maltrechos”, como para los adultos “quebrantados de corazón”. Cultivando los lazos de hermandad, calidez humana y solidaridad en las relaciones interpersonales y familiares, las iglesias neopentecostales otorgan a sus miembros un sentido de pertenencia, la seguridad de poder vencer la soledad y superar la hostilidad del mundo, pese a su aparente bienestar económico. Por cierto, el hecho de pertenecer a la clase más acomodada no implica que los feligreses neopentecostales no tengan problemas materiales. En realidad, una de las primeras preocupaciones de la iglesia son la ayuda y la solidaridad con sus miembros más aproblemados o endeudados. Sin embargo, la prosperidad económica no constituye un eje central de su mensaje teológico, cediendo espacio a los temas de liberación personal, calidad de relaciones entre hermanos, La Viña, en Las Condes, “plantada” hace 6 años por un grupo de 8 entusiastas, hoy en día reúne durante sus cultos dominicales entre 200 y 300 participantes. Son expresiones muy frecuentes que hemos escuchado durante las conversaciones con los integrantes de las Comunidades Cristianas y de la iglesia La Viña. 49 50 51 Entrevista a Hugo Valenzuela, líder juvenil de La Viña, 28 de noviembre de 2002, Santiago.
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario nil que caracterizan a las iglesias neopentecostales se explican por el hecho de paz interna o armonía familiar. Además, la mayor informalidad y el ambiente juveque sus participantes, a diferencia del grupo evangélico mayoritario, no requieren recalcar su cambio interior en apariencias y símbolos exteriores. Si en las iglesias pentecostales la vestimenta formal de creyentes simboliza su transformación espiritual y social (Montecino, 2002), aquí el estilo informal de vestirse y relacionarse destaca uno de los principios fundamentales de la comunidad neopentecostal: en esta iglesia cada persona tiene cabida y puede sentirse cómoda sin importar su aspecto externo. Pero, ¿en qué medida las particularidades sociales, culturales y organizacionales de las comunidades neopentecostales tienen implicancias en sus actitudes polí-tico-sociales? Creemos que las relaciones entre los neopentecostales y la sociedad circundante están determinadas por dos criterios principales: el apoliticismo y la coherencia ética que exige la inseparabilidad entre la identidad ciudadana y la cristiana. En efecto, las iglesias “neoparadigmáticas” se destacan por su distanciamiento de la política, considerándola doctrinal y éticamente incompatible con principios cristianos. Estas comunidades no promueven la participación de los hermanos en la actividad partidista, y tratan de evitar las discusiones sobre temas políticos en las iglesias. Según su visión, la principal crisis que afecta a la sociedad es ético-espiritual, y por lo tanto, la naturaleza del gobierno existente no tiene importancia: se sostiene que los conflictos y contradicciones políticosociales van a persistir hasta que el país no resuelva su problema principal: el problema valórico. Los neopentecostales consideran que a través de su objetivo primordial, “levantar el testimonio del Reino de Dios”, pueden hacer un aporte mucho más importante a la sociedad chilena que mediante la participación política directa52. Por otro lado, las comunidades neopentecostales mantienen posturas contrarias al ecumenismo y son muy críticas respecto a los centros religiosos y a las personas comprometidas con la política (en primer lugar, respecto a los partidala mayoría evangélica, los grupos neopentecostales pertenecían al campo de los observadores silenciosos, lo que ha consolidado su auto-identificación como un movimiento anti-establishment por excelencia53. Hasta ahora, los líderes de estas iglesias no buscan contactos con las autoridades o partidos políticos ni participan en las organizaciones de cooperación evangélica54. En este sentido, Entrevista con Rubén Chacón, 8 de abril de 2002, Santiago. Entrevista con Rodrigo Abarca, op. cit. Esta tendencia no es absoluta y requiere ser contextualizada de acuerdo con las particularidades históricas o regionales: en Iquique, por ejemplo, el presidente de las Unidades Pastorales, que mantiene un diálogo dinámico con las autoridades municipales, es el pastor de las Comunidades Cristianas (entrevista de E. Barozet con el pastor Hugo Rodríguez, citada). rios de la Teología de la Liberación). Durante el período autoritario, al igual que nos parece válida la observación de K. Tennekes (1985), según la cual las pri52 53 54
POLÍTICA Nº 43 meras generaciones de convertidos tratan de olvidar toda su vida anterior y tienden a encerrarse en la iglesia, mientras que las comunidades más consolidadas pretenden salir al mundo, buscando un mayor compromiso con la política y la sociedad. Aparte de las razones teológicas, creemos que el apoliticismo neopentecostal puede explicarse también por la experiencia personal de los creyentes. Desarrolladas durante las últimas décadas, estas iglesias incorporaron por lo menos a dos generaciones: a los jóvenes de los años setenta y a la generación de sus hijos. La primera fue desarraigada de la participación social tras el golpe de Estado y la declaración de “receso político”. De esta forma, la presencia de ex militantes de los partidos de izquierda, bastante notoria en las Comunidades Cristianas, expresa, a nuestro modo de ver, el resentimiento y la desilusión de estas personas tras el fracaso de la utopía izquierdista. Tal vez, la falta de espacios de comunión y de solidaridad, combinados con el estado de excepción de los años ochenta, hicieron que la sociedad fuera tan sensible al mensaje de los nuevos evangélicos y despertara la enorme “hambre de Dios” entre personas económicamente acomodadas, pero social y emocionalmente desarraigadas55. Por su parte, el éxito que ha tenido entre los jóvenes la iglesia La Viña refleja la formación apolítica de generaciones que crecieron en el ambiente del apagón político-cultu-ral y autoritario. Esta generación no conoció la democracia y creció en una sociedad despolitizada y desintegrada, en la cual las iglesias podían captar la energía juvenil y prestarles ayuda psicológica o abrir espacios de participación y expresión. El vacío dejado por los partidos, las organizaciones estudiantiles y los sindicatos fue en gran medida ocupado por las iglesias que se convertían así para los jóvenes en canales de socialización y en las primeras escuelas del nuevo comunitarismo y de la participación social 56. Al mismo tiempo, el aislacionismo de los neopentecostales es relativo y en el fondo existen múltiples vinculaciones entre las comunidades religiosas y la sociedad, sin impedir que tengan posturas políticas claras y definidas. Por una parte, los neopentecostales participan activamente en distintas actividades interdenominacionales, creando una amplia red de organismos comunitarios, como sociedades bíblicas y misioneras, seminarios teológicos, medios electrónicos de comunicación, congresos y conferencias interdenominacionales, que favorecen el desarrollo de redes de asistencia social, contactos personales y reflexión teológica entre los creyentes. La principal misión en este mundo para este sector Entrevista al pastor Roger Cunningham, 4 de septiembre de 2002, Santiago En las primeras etapas de la transición, no todos los jóvenes de la generación de los años ochenta conocían el significado de la democracia; se sentían ajenos al resurgimiento de partidos políticos cuyo significado e historia ignoraban, y hasta se sentían molestos por el clima de politización antes y después del plebiscito de 1988. Al crecer, esta generación de evangélicos reconsideró en cierta medida su actitud hacia la política. Sin embargo, hasta ahora la democracia para ellos sigue siendo “algo secundario” y no tiene importancia vital. En este sentido, como expresó uno de los jóvenes líderes de la iglesia de La Viña, 55 56 “somos verdaderos hijos de Pinochet” (Entrevista a H. Valenzuela, citada).
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario enseñanza de valores cristianos en colegios especializados, trabajo en hogares evangélico es el ámbito social (Comunidades Terapéuticas de Rehabilitación, de menores, apoyo psicológico a personas con SIDA). De esta manera, el declarado apoliticismo de los neopentecostales no significa que no tengan un proyecto reformador, orientado tanto a cada persona, como a la sociedad en general. Según la doctrina del Reino de Dios, la primera responsabilidad de cada cristiano consiste en amar y servir al prójimo. Así, por ejemplo, los teólogos de las Comunidades Cristianas hacen énfasis en el aporte que puede hacer su movimiento a la sociedad: “La iglesia como comunidad del Reino... es un factor de transformación social. [...] Cuando examinamos la historia de la Iglesia..., vemos que cada vez que ésta encarnó el Reino de Dios y vivió según su voluntad, fue un agente de cambio social”57. Según la doctrina de las Comunidades Cristianas, la verdadera transformación que permite perfeccionar las sociedades latinoamericanas no está en los cambios estructurales, sino en el individuo y su hogar. Con sólo elevar las normas morales en cada familia, los neopentecostales creen llegar a construir una sociedad verdaderamente justa: “La democracia sola no es suficiente... Necesitamos políticos justos que nos gobiernen. Necesitamos jueces justos que juzguen. Necesitamos empresarios, comerciantes, dirigentes, ciudadanos que actúen con justicia... La justicia es una cultura, un estilo de vida, una conciencia nacional. Es una manera de ser y comportarse. De un pueblo corrupto no nacen jueces justos ni políticos decentes. La justicia comienza en la casa. En los hogares tiene que comenzar el cambio”58. Finalmente, otra particularidad (a)política de los neopentecostales radica en su capacidad de reflexionar sobre la actualidad político-social mundial y latinoamericana y de reproducir su pensamiento en múltiples medios de comunicación, desde páginas Web institucionales hasta la publicación de libros y folletos. Su nivel educacional más alto permite que al interior de la comunidad exista una elite intelectual, cuyos escritos, a través del análisis crítico de distintos aspectos de persecuciones a los cristianos en diversos países del mundo, sistema judicial chileno, problemas de desintegración y alienación en el mundo globalizado), facipentecostalismo institucionalizado, este grupo no solamente no tiene aversión alguna hacia la letra impresa, sino que se dedica de forma conciente y permanente a la racionalización e intelectualización del papel que asume el pueblo evangélico frente a los desafíos sociales, políticos y culturales. 57 El Reino de Dios y su impacto en el mundo de hoy, op. cit., p. 83. A. Negro, “¿Es suficiente la democracia?”, www.discipulo.cl la realidad (situación económica y perspectivas democráticas en América Latina, liten el desarrollo de su proyecto de transformación social. A diferencia del 58
POLÍTICA Nº 43 Apolíticos, pero ciudadanos: los evangélicos opinan sobre su rol en la sociedad A pesar de estas diferencias respecto de actitudes políticas y de la heterogeneidad del mundo evangélico, se pueden establecer ciertas características comunes para la mayoría de las iglesias. La primera consiste en que tanto los pentecostales institucionalizados como los grupos más recientes dejan de ser meros observantes y tienden a consolidarse como un actor político nacional. En las conversaciones y encuestas que en el transcurso de nuestra investigación sostuvimos con 124 representantes de diversas comunidades59, una de las opiniones más compartidas presentaba a los evangélicos como ciudadanos opinantes y concientes de sus deberes y derechos, capaces de hacer su aporte propio al país, sea en el ámbito político o comunitario. ¿Cómo se correlacionan las identidades cristiana y ciudadana en distintos sectores pentecostales? Sin pretender constituir un retrato estadístico exacto de este sector religioso, a partir de este sondeo nos parece importante dar a conocer algunas tendencias generales. No podríamos afirmar que nuestros entrevistados se mostraron absolutamente indiferentes hacia la política; más bien presentaban posturas divididas: aunque la mayoría de ellos (el 58,9%) sostuvo interesarse poco o nada en la política, un sector bastante amplio (el 39,3%) contestó que estaba interesado o muy interesado en este ámbito. Recordemos que en 1991, las encuestas del Centro de Estudios Públicos demostraban un alto nivel de despolitización entre los evangélicos: el 49,8% de los encuestados no se identificaba con ningún partido político, y el 33,6% se identificaba o simpatizaba con la Democracia Cristiana (Fontaine, Beyer, 1991). Los resultados de nuestro estudio demuestran una desvinculación política aun mayor: el 74,3% de los entrevistados no se identifica con ninguna tendencia política, el 9% corresponde a personas que se identifican con alguna tendencia y el 4% no contesta. Sin embargo, este nivel de despolitización no es una característica particular de los evangélicos, sino que una tendencia de la población chilena en general: según encuestas del CEP, en el 2000 el 39% (37% en 2003) de los consultados no se identificaba con ninguna posición política, y el 45% no se identificaba y no simpatizaba con ningún partido, demostrando un índice de despolitización del 55%60 . Nuestros interlocutores han demostrado un nivel de confianza hacia los partidos políticos bastante bajo: la mayoría (el 63,2%) contestó que éstos no representan en absoluto sus intereses (ninguno expresó la opinión contraria, mientras que el 32,7% afirmó que los partidos “representan mis intereses en algunas cosas y no en otras”). Como comparación, el 88,7% de los entrevistados sostenía que la afirmaba que los representa “sólo en parte”. Iglesias La Viña en Santiago y Concepción, Comunidades Cristianas (Santiago y Concepción) y Asambleas de Dios (Santiago), septiembre-noviembre de 2003. Encuestas del CEP de marzo-abril 2000 y diciembre 2003: www.cepchile.cl iglesia evangélica representa completamente sus intereses, mientras que el 11% 59 60
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario Nuestros entrevistados calificaban generalmente a la política como un mundo “corrupto y mentiroso”, en el cual las personas se mueven por intereses y no por principios. Por lo tanto, se considera a menudo que los partidos políticos son “incompatibles con valores cristianos”. Sin embargo, las encuestas demostraron que las opiniones de los evangélicos hacia los partidos también están divididas. El 55% de los entrevistados afirmaba no simpatizar con ningún partido político, y el 17% no contestó esta pregunta. Entre los partidos que provocaban la mayor simpatía entre los encuestados, el 5,6% se identificaba con la DC, otro 5,6% con el PPD, el 4,8% con la UDI, la misma cifra con la derecha en general, y el 4% con RN. Por otro lado, al contestar la pregunta “¿Qué partido político más le desagrada?”, se nota un leve aumento de la polarización entre los extremos ideológicos: para el 25,8% de los entrevistados, el partido que provocaba mayor desagrado es el PC, mientras que un 9,6%61 se manifiesta en contra de la UDI. Al mismo tiempo, el 33,8% contestó que no le desagradaba ningún partido, y el 12,9% no supo o no quiso contestar. De esta manera, si bien casi la mitad de los encuestados efectivamente se mostró ajena al mundo político, otra parte, prácticamente igual, podría convertirse en una base para la colaboración con los partidos y la constitución de alianzas electorales con éstos. A pesar de la desconfianza hacia la política, los encuestados se mostraron firmes partidarios de los valores democráticos. Así, la eventual suspensión de los partidos políticos, del Congreso y del derecho a voto fueron evaluados como algo “grave” y “muy grave” por una mayoría (el 50,5%, el 62% y el 72%, respectivamente). La supresión de los partidos dejaba indiferentes al 18% de los entrevistados, la del Congreso al 7%, y la eliminación de derecho a voto al 16% de ellos. En esta categoría de preguntas, también se pudo notar cierta aversión hacia los partidos políticos: el 20% consideró su eventual suspensión como “beneficiosa” y “muy beneficiosa”, mientras el 23% opinó lo mismo acerca de la eventual eliminación del Congreso. Por el contrario, la prohibición del derecho a voto provocó reacciones positivas sólo entre el 4% de los consultados (en todos los casos, un 27710% de personas no respondió). En realidad, el criterio ético sigue siendo bastante importante en la definición de las simpatías y antipatías electorales de nuestros entrevistados. Como para la población en general, entre los evangélicos, lo principal consiste no en el discurso ideológico de uno u otro candidato, sino que en su “integridad y coherencia personal”. Por ejemplo, a la pregunta “¿Por cuál personaje político usted votaría si las elecciones presidenciales tuvieran lugar el próximo domingo?”, llama la atención tales respuestas como “por un buen cristiano”, “por el Rey de los reyes”, Las respuestas “derecha” e “izquierda” obtuvieron el 4,8% y el 6,4%, respectivamente, mientras que los partidos Socialista, Demócrata Cristiano, Renovación Nacional, Humanista, “todos”, “extremistas” fueron nombrados por un 3% de respondientes cada uno. 61
POLÍTICA Nº 43 “por alguien como Jesús”, “por mi pastor” (el 7% en total). Por otro lado, casi el 22% no votaría por “ninguno” y el 26,6% no sabía o no contestó. También creemos que las respuestas evangélicas son coherentes con la polarización de intenciones electorales que hoy en día es común para los demás chilenos: el 16% de los encuestados nombró como su posible candidato a J. Lavín y el 10,4% a S. Alvear. Entre otros personajes más nombrados figuraban M. Bachelet, R. Lagos y S. Piñera, con un 5% cada uno. Al mismo tiempo, la tendencia a votar no por “color político”, sino que por las “personas coherentes”, podría dar una imagen un tanto contradictoria: por ejemplo, algunos encuestados que afirmaban tener inclinaciones hacia la derecha, nombraban como posibles candidatos presidenciales a J. M. Insulza, S. Alvear o M. Bachelet. En otra categoría de preguntas, las personas simpatizantes con la izquierda y potenciales votantes por candidatos de la Concertación, evaluaban negativamente la figura de Salvador Allende. En cuanto a la creación de sus propias estructuras políticas, nuestros interlocutores no se han mostrado muy optimistas. Respecto a las perspectivas de formar un partido político evangélico, se nota cierta polarización: el 37% ve esta posibilidad como “positiva” y “muy positiva”, y la misma cantidad de personas la considera como “negativa” y “muy negativa”. El 23% estimó que tal experiencia podría ser “positiva en algunos aspectos y negativa en otros” (el 8% no respondió). Al mismo tiempo, la presencia de candidatos evangélicos en las elecciones aparentemente provoca una mayor acogida: el 46% lo considera como “positivo” y “muy positivo”; el 38% lo evalúa como “positivo por una parte y negativo por otra” y el 17% contestó que esto sería “negativo” y “muy negativo” (el 9% no contestó). Pero en todos los casos, se destaca no tanto la importancia de llegar a tener un partido político confesional, sino la necesidad de garantizar altas cualidades morales y culturales entre las personas que lo dirigirían e integrarían, para que sea “realmente distinto” de otras organizaciones políticas ya conocidas. Sin embargo, la mayoría de los encuestados (el 70%) compartía la opinión de que, aparte de las elecciones, los evangélicos sí pueden participar en la política (el 18,5% se expresó en contra). En esta área, más allá de las cifras, nos interesaban las razones con las cuales nuestros entrevistados argumentaban su postura. Junto con expresar algunas reservas acerca de tal participación (peligro de tentaciones, falta de experiencia, poca preparación), gran parte se cree capaz de perfeccionar el sistema político y la moralidad, “llevando valores evangélicos a todos los niveles políticos, sociales y culturales”. Según sus opiniones, los evangélicos pueden participar en la política, “porque hay mucho potencial en los cristianos, y el Reino de Dios debe llegar a todas las áreas de la sociedad”, “porque Dios también necesita cristianos políticos que puedan ayudar a su propósito” o “porque somos un buen ejemplo para la sociedad”.
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario Otras respuestas nos hacen dudar acerca del apolitismo absoluto de los evangélicos y, por el contrario, pensar en ellos como ciudadanos con un potencial cívico latente, aunque no necesariamente identificado con los organismos políticos tradicionales. Así, nuestros interlocutores creen que los evangélicos pueden participar en la política, “porque es un deber, derecho y opción ciudadana”, “porque somos parte de esta sociedad”, “porque tenemos que aportar mucho en este país, en todas las áreas de la sociedad”, “porque somos ciudadanos opinantes”. En este sentido, creemos que se puede hablar no de la “despolitización” de los evangélicos, sino más bien de su “despartidización”. Su conciencia cívica se expresa sobre todo de dos formas: en el votar de una manera responsable (por cierto, si el creyente está inscrito) y en la conciencia de tener un compromiso con la sociedad, “porque los evangélicos entienden la política de Dios y pueden aplicarla en la tierra”, “porque el mundo necesita conocer a Dios”, “porque podríamos llevar a un gobierno de honestidad centrado en Cristo”. En todo caso, como hemos podido observar, tanto los miembros de las iglesias evangélicas como los líderes y pastores tienen una conciencia muy clara de que poseen en este mundo una misión especial. El 96% de nuestros consultados está convencido de que lo principal para el movimiento protestante es “aumentar su influencia en todos los niveles de la sociedad”, desde la familia y la escuela primaria hasta la universidad, el gobierno y los medios de comunicación, “porque somos sal y luz de la tierra, y sin nosotros la sociedad perdería su última esperanza de llegar al Reino de Dios”62. Finalmente, creemos que el estereotipo de “conservadores” o “derechistas” debería ser reconsiderado y contextualizado. Como hemos visto, las simpatías políticas de los evangélicos no siempre coinciden con las intenciones de voto, ni con su evaluación de las figuras polémicas de la historia de Chile. Sus preferencias son variadas dentro de las iglesias, entre las iglesias, entre comunas y ciudades donde viven. Al mismo tiempo, algunos sectores evangélicos, siendo partidarios de la derecha en el ámbito político, demuestran tendencias liberales en la discusión valórica, participando en las JOCAS o expresando su acuerdo con la ley de pueden desarrollar una colaboración bastante fluida y provechosa con los partidos políticos de izquierda y con la Iglesia Católica. De esta manera, al igual que en toda la sociedad, existe otra tendencia común para distintos grupos evangélicos, que consiste en que la dicotomía “derecha-izquierda” no siempre puede ser aplicada en su forma política tradicional, sino que a menudo obedece a dimensiones ético-culturales. Entrevista con Enzo Verdugo, pastor de la iglesia Presencia de Dios, La Reina, Santiago, 28 de noviembre de 2002. divorcio. También quienes son conservadores desde el punto de vista doctrinal 62
POLÍTICA Nº 43 Conclusiones Los procesos socioeconómicos y políticos que marcaron la historia chilena durante los últimos treinta años han transformado significativamente el movimiento evangélico. Consideramos que el principal cambio que se produjo en estas agrupaciones confesionales está vinculado con su identidad religiosa y modos de relacionarse con la sociedad. Tras romper su marginalidad social y simbólicoespiritual, el movimiento evangélico de Chile se consolida cada vez más como un nuevo protagonista de la sociedad civil. Los imperativos de establecer una vinculación más estrecha con la sociedad y la creciente conciencia de ser una importante fuerza social y electoral, favorecen los esfuerzos evangélicos para llegar a ser un nuevo actor político nacional y no solamente corporativo. Por otra parte, estos intentos significan que el movimiento evangélico tiene que enfrentar nuevos desafíos prácticos y teológicos, en busca de un ajuste más adecuado entre su misión evangelizadora y los retos de la modernidad. Las nuevas tendencias que afectan al movimiento evangélico no solamente cambian su estatus y rol social, sino que a veces provocan sensaciones de crisis de crecimiento e identidad. De hecho, la crisis se ve en el estancamiento de la expansión cuantitativa del movimiento en Chile: desde el año 1985, la cantidad de evangélicos no supera el 16% del total de la población. Al mismo tiempo, desde los noventa, se pueden observar transferencias de fieles desde las iglesias pentecostales institucionalizadas hacia las comunidades religiosas recientes. A diferencia de las agrupaciones pentecostales “históricas”, con un alto nivel de jerarquización y burocratización, las “iglesias renovadas” son más sensibles a las inquietudes de distintos sectores etáreos y sociales, disponen de estrategias evangelizadoras más modernas y, por lo tanto, son más flexibles y abiertas tanto a los cambios en el mundo externo, como a las necesidades de sus miembros. En este último fenómeno, podemos distinguir una continuidad histórica en la constitución y dinámica de la iglesia evangélica en Chile. Si el surgimiento del pentecostalismo puede ser interpretado como una reacción a la formalización burocrática del protestantismo histórico y del catolicismo, junto con su desatención a ciertos sectores sociales, la expansión de las iglesias neopentecostales aparece como una respuesta a la consolidación institucional, a la creciente racionalización y a la falta del espíritu reformador por parte del pentecostalismo tradicional. La heterogeneidad denominacional, organizacional, doctrinal, y etárea del mundo evangélico chileno determina la diversidad de sus posturas y preferencias políticas. De esta manera, parece no tener sentido tratar de construir modelos o esquemas únicos de comportamiento político de este sector sociocultural. Sería problemático establecer una correlación directa con las simpatías hacia la derecha y el conservadurismo ético o con la tendencia a votar por la izquierda y el liberalismo moral. Tampoco la pertenencia a cierta denominación puede determi
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario nar de una manera automática las actitudes políticas y valóricas de sus creyentes. Pese a estas consideraciones, entre los grupos pentecostales y neopentecostales observados, podemos distinguir tres tipos de actitud hacia la política: a) La creciente responsabilidad social que determina la búsqueda de una mayor participación y de su propio espacio entre los actores políticos establecidos (pentecostalismo institucionalizado, tanto endógeno como misionero); b) La aspiración silenciosa, pero insistente, a reformar la sociedad desde abajo, a través del cambio individual en el nivel de la sociedad civil (neopentecostalismo, protestantismo fundamentalista); c) El anhelo de cambiar la sociedad desde abajo, con constante atención crítica hacia los procesos de modernización y democratización, acompañada por su permanente racionalización impresa y virtual (neopentecostalismo). En el primer grupo, los pastores y evangélicos laicos políticamente más activos (en su mayoría, pentecostales institucionalizados) pueden aumentar su presencia en distintos niveles de autoridad, utilizando alianzas con los partidos políticos para presentar sus candidaturas. Creemos que en los próximos años, ésta va a ser la forma principal de movilización política, que permitiría no solamente obtener la experiencia necesaria, sino que también ejercer su presión ética y corporativa a través (y dentro) de varios actores políticos simultáneamente. En cuanto a la formación de un partido confesional autónomo, creemos que tanto el contexto nacional chileno como las particularidades del movimiento evangélico hacen que esta posibilidad sea muy remota, al menos en el momento actual. El espacio político chileno es demasiado estructurado y la tradición de identificación partidista es demasiado fuerte como para permitir la aparición sustentable de un nuevo partido político. Por otra parte, como hemos señalado, el movimiento evangélico es demasiado desintegrado para elaborar una doctrina ideológica unificada para todos los grupos protestantes, y en base a ésta construir un partido que posea la legitimidad suficiente para unificar toda la gama de ambiciones e intereses evangélicos. Tales cualidades como el individualismo y el pragmatismo de los evangélicos también son factores importantes para explicar su comportamiento político, y al mismo tiempo impiden la creación de un partido político confesional. Creemos que la autoridad o las ambiciones personales de los pastores y de los líderes laicos pueden obstaculizar la búsqueda de consensos y el proceso de presentación de candidaturas con alta representatividad y amplia aceptación entre distintas corrientes cristianas. La tendencia a colaborar con partidos y actores políticos “por conveniencia” nos hace pensar que el comportamiento político evangélico en gran medida obedece a elementos pragmáticos. En este sentido, creemos que la identidad religiosa evangélica aún predomina sobre la identidad nacional,
POLÍTICA Nº 43 pues este sector religioso se considera evangélico antes que chileno: los políticos evangélicos en busca de poder, sin poseer aún un proyecto nacional, tienen como objetivo principal defender, en primer lugar, los intereses corporativos63. Sin embargo, lo dicho no descarta la posibilidad de que, a la larga, la acumulación de experiencia política pueda tener un doble resultado: primero, la elaboración de un proyecto político que logre compatibilizar los objetivos nacionales y las metas de los evangélicos; y segundo, la mayor independencia frente a los partidos tradicionales, con el uso de sus propias iglesias y estructuras interdenominacionales como bases de apoyo. Los otros dos grupos, constituidos por las iglesias neopentecostales y los movimientos de renovación, realizan su compromiso con la sociedad a través de cambios desde abajo, desde el individuo, el hogar y la comunidad. Sin mantener contactos con el mundo político y el poder, pueden hacer un aporte importante al desarrollo de la sociedad civil. Concentran su actividad a nivel local, en proyectos sociales y obras caritativas. Aparte de crear organismos de asistencia social y lograr objetivos de evangelización, los neopentecostales expresan su responsabilidad social, creando canales de participación alternativos y nuevas redes comunitarias. Las asociaciones voluntarias formadas por estas comunidades religiosas pueden constituir las primeras escuelas de formación de nuevos líderes para la esfera pública. De esta manera, dentro del proceso general de rearticulación de la sociedad civil chilena, con mayor probabilidad los cristianos evangélicos van a transformarse no en una institución política más, sino que en grupos de presión que promoverían intereses institucionales y pretenderían influir en la política y la sociedad, presentando exigencias éticas elevadas. Considerando la gran proporción de evangélicos dentro del electorado chileno, cabe tener en cuenta que con mayor probabilidad van a votar por los partidos que tengan una mayor afinidad con los principios éticos y el punto de vista evangélicos. Por otra parte, en una perspectiva de largo plazo, ciertas características del cristianismo evangélico, tales como su flexibilidad estructural, el pastorado múltiple y universal o la creciente participación de los laicos, podrían favorecer el mayor desarrollo democrático y de la cultura cívica de la sociedad chilena. Sin embargo, también cabe considerar que la experiencia de Brasil o Perú, cuyas prácticas políticas y parlamentarias por parte de los evangélicos son incomparablemente más amplias que en Chile, no ayudaron a disminuir los En esta perspectiva, compartimos la opinión del sociólogo británico D. Martin, según la cual el pragmatismo evangélico los hace inmunes a cualquier ideología o lenguaje que predomina en la discusión política chilena o latinoamericana. Por ahora, este mismo pragmatismo puede consolidar el uso de las prácticas de corporativismo y clientelismo. Como resultado, los tradicionales miedos de los evangélicos a la incoherencia y la corrupción que pueden surgir del acercamiento con los círculos de poder, en algunos casos podrían resultar fundamentados (Martin, 2000). 63
“Somos parte de esta sociedad”. Evangélicos y política en el chile post autoritario niveles de corrupción y pobreza en estos países (Martin, 2000). La historia chilena de los años 1980-1990 ha demostrado también que el aumento de asociaciones religiosas voluntarias basadas en la participación y competencia es una condición importante, pero no suficiente, para sustentar el proceso de democratización. No obstante, creemos que la consolidación en Chile de un movimiento religioso diverso, socialmente responsable e institucional y doctrinalmente competitivo podría aportar a la consolidación democrática del país, enriqueciendo la diversidad ético-cultural de la sociedad y fortaleciendo los principios de solidaridad, tolerancia y participación. Bibliografía Abarca, R. 2001. Regresando a la Iglesia. Santiago. Bastian, J-P. 1994. Protestantismos y modernidad latinoamericana. Historia de unas minorías religiosas urbanas en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica. Berryman, Ph. 1999. “Churches as Winners and Losers in the Network Society”. En Journal of Interamerican Studies and World Affairs. Vol.41, Nº4. University o Miami, EE.UU: 21-34. Bothner, M. 1994. “El soplo del Espíritu: Perspectivas sobre el movimiento pentecostal en Chile”. En Estudios Públicos Nº55. 261-296. Santiago: Centro de Estudios Públicos. Boudewijnse, B., Droogers, A., et al. (editores). 1991. Algo más que opio: una lectura antropológica del Pentecostalismo latinoamericano. San José, Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigación. Cerillo, A.; Dempster, M. 1989. Salt and Light. Evangelical Political Thought. Grand Rapids: Baker. Cleary, E., Sepúlveda, J. 1998. “Chilean Pentecostalism: Coming of Age”. En Cleary, Stewart-Gambino (editores). Power, Politics and Pentecostals in Latin America. Westview Press: Boulder. 97-122. Cleary, E., Stewart-Gambino, H. (editores). 1998. Power, Politics and Pentecostals in Latin America. Boulder: Westview Press. Cook, G. (editor). 1994. New Face of Church in Latin America: New York: Orbis Books. Dávila, M.; Fuentes, C. (editores). 2003. Promesas de cambio. Izquierda y derecha en 283el Chile contemporáneo. Santiago: FLACSO - Ed. Universitaria. Latinoamérica en llamas. Historia y creencia del movimiento religioso más impresionante de todos los tiempos. Miami: Editorial Caribe. Fediakova, E. 2001. “Protestantismo ‘endógeno’ y protestantismo ‘misionero’: nuevas tendencias religiosas en Chile entre 1970 y 2000”, En Revista de Ciencias ReligiosasFediakova, E. 2002. “Separatismo o participación: evangélicos chilenos frente a la política”. En Revista de Ciencia Política. sidad Católica de Chile: 32-45. cuestas de opinión pública”, En Estudios Públicos, Chile, Nº44: 63-124. En Social CompassGalilea, C. 1990. . Santiago: CISOC, Centro Bellarmino. Himitián, J., et al. 1999. El Reino de Dios y su impacto en el mundo de hoy. Santiago: Editorial Comunidad Cristiana de Chile. Deiros, P., Mraida, C. 1994. . Vol. IX , N° 1-2, Santiago: 73-93. Vol. XXII, No.2. Santiago: Pontificia UniverFontaine, A., Beyer H. 1991. “Retrato del movimiento evangélico a la luz de las enFreston, P. 1998. “Pentecostalism in Latin America: Characteristics and Controversies”. . Vol.45, N°3. London. El Pentecostal. Testimonio y experiencia de Dios
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