Esa Violencia
La vieja violencia de siempre adquiere matices de insoportable “sensación térmica” gracias a los diligentes oficios de la televisión, siempre hambrienta de audiencia a cualquier precio, a cualquier miserable e indigno precio. C. S. Lewis decía que si uno se veía obligado a revisar la prensa, era absolutamente recomendable un enjuague con “El Señor de los Anillos” de Tolkien. Me parece que el viejo profesor tenía razón. Anoche decidí ayunar de noticiarios por lo menos dos semanas. De otro modo, me perturbarán pesadillas de crímenes, asaltos, violaciones y muerte.¿Habrá alguna manera de mirar a este problema que sea distinta de las aburridas cantinelas de los políticos contra el Gobierno de turno, el cual a su vez responde con otras más lateras cantinelas respecto de no permitir que el tema se politice y que los adversarios saquen “dividendos”?Tal aburrimiento no sugiere una indolencia nuestra frente a una situación que por cierto preocupa pero que no es en manera alguna nueva en la historia de la humanidad. Al contrario. Creemos que alguna reflexión podría tocar alguna sensibilidad inteligente y subir el nivel del diálogo.Primero, el crimen, la violación, los robos y las bandas armadas son de antiquísima data. Así que la primera cuestión que hay que dejar de lado es la tonta discusión de que nunca se habían vivido tiempos semejantes. Nunca, por cierto, habíamos tenido tanta violencia televisada, con imágenes repetidas hasta el vómito, incluso “recreadas” cuando no hubo oportunidad de registrar el morbo del acontecimiento real. Pero eso es otro cuento.Segundo, buena parte de la violencia actual no es otra cosa que el resultado natural de las cosas que les estamos diciendo a los niños y a los adolescentes por todos los medios posibles. El abaratamiento de la vida humana tiene íntimos vínculos con la prédica de que el hombre es un animal evolucionado, un poco más evolucionado, pero animal al fin; que la autoridad, la disciplina, el rigor del trabajo, el orden, son costumbres retrógradas de fundamentalistas nostálgicos de dictaduras y preceptores represivos; que la libertad es infinita, que somos dueños de nuestro autónomo destino y que ninguna restricción conviene a nuestra natural inclinación hacia la bondad.Tercero, la reducción de los niveles de rigurosidad en los castigos por las conductas antisociales, con miras a una optimista confianza en la “rehabilitación” del individuo que sólo delinque por causa del entorno hostil, no porque quiera, no tiene otra consecuencia que animar al infractor a profundizar su compromiso con la conducta criminal. El “Tila” es sólo uno de los miles de trágicos mentís que tal teoría seguirá dando en el rostro de los “expertos sociales”.Cuarto, la familia. El masivo desmantelamiento por ley de la idea cristiana de familia - un hombre y una mujer unidos para siempre - y la consecuente instauración oficial del egoísmo y la irresponsabilidad de quienes creen que las relaciones humanas son descartables, no tiene otro destino que producir individuos llenos de odio por aquellos que debieron ser sus amorosos tutores y que restriegan en el rostro de la sociedad la idea de que ella les debe algo, lo cual le arrebatarán por la fuerza.
"Caín dijo a su hermano Abel: Ven, salgamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató... (Génesis 4:8)
Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
administracion1@iel
www.iel.cl
"Caín dijo a su hermano Abel: Ven, salgamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató... (Génesis 4:8)
Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
administracion1@iel
www.iel.cl
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home