Sunday, July 23, 2006

Mala Prensa

Mala prensa
12 de julio de 2006


Es sabido que C. S. Lewis tenía una pésima opinión de la prensa. Es una carta a una amiga norteamericana escribe: "La única razón por la cual todo esto no me enferma es que no lo leo. Jamás leo la prensa. ¿Cómo puede llegar alguien a leerla? Virtualmente todo es mentira, y uno tiene que vadear tales corrientes de palabrería." (1) Hay que tener en cuenta que no se estaba refiriendo a periódicos sensacionalistas o faranduleros, sino a la prensa tenida por seria.

Se puede estar de acuerdo o no con la virulencia de tales apreciaciones. Pero sería muy difícil desconocer que la prensa, en todas sus expresiones (de ellas, la prensa en televisión es de lo que se alcanzó a salvar nuestro frustrado autor), es algo que lo puede llevar a uno a la náusea. Un joven descuartizado, una revuelta estudiantil, un severo frente de mal tiempo o una señorita famosa haciendo un afiebrado topless en una discoteca de moda, consiguen que toda otra información sobre temas importantes desaparezca, en tanto que todas las fuerzas reporteriles se lanzan a la calle a investigar hasta el detalle microscópico, mientras en la televisión repiten cien veces la misma escena para ilustrar toda clase de ángulos, opiniones y voces en off, habida cuenta de que todos los canales, todos los editorialistas, todos los columnistas, parecen no encontrar aproximación alguna que sea razonablemente distinta del coro de lugares comunes y frases hechas.

Pareciera que, efectivamente, ninguna otra cosa estuviese sucediendo. Pero suceden y a veces con inquietantes resultados. El paro escolar logró sumergir en el más absoluto misterio la huelga de hambre de unos comuneros mapuches y la ley que, a la medida de ellos, se ha intentado hacer pasar por la legislatura para que depongan su postura, abriendo de un plumazo el expediente para que incendiarle la propiedad a un prójimo no sea considerado una conducta terrorista, aunque sea perpetrada por personas que están dispuestas a cualquier cosa en nombre de sus reivindicaciones.

En pasillos, lugares de colación, Metro, cafés y recreos, se escuchan hasta la saciedad frases cliché como "derogar la LOCE", "el gobierno ha sido sobrepasado por la delincuencia", "todos los años las mismas inundaciones y nadie hace nada" y "lo que le dijo Materazzi a Zidane", como si se estuvieran expresando verdades y conclusiones que se hubieran extraído de los propios procesos mentales.

Siempre me han criticado mi teoría de las "pautas blancas" y "manos negras" que orquestan esta polifonía de lugares comunes para que los chilenos creamos que lo que ellos dicen y escriben es lo más importante que sucede en la nación, de tal manera que lo que a ellos realmente les importa que no cambie, no cambie. Puede ser que los años me estén pasando la cuenta, pero me resisto a creer otra cosa.

Hay excepcionales muestras de racionalidad respecto de ofrecer noticias y editoriales que den cuenta de la realidad de una manera más o menos decente, pero son harto pocas, para qué estamos con cuestiones. Después de años de estar expuestos a noticieros de las nueve, diarios de diversa factura, incluyendo faranduleros y gratuitos con noticias en pastillas, no es raro constatar el precario nivel de reflexión de la mayoría de las personas, cosa que en definitiva les impide que puedan en manera alguna intervenir en la realidad y transformarla para mejor. POrque, además, la mitad de los chilenos está con depresión y la otra mitad de muere de miedo por lo que le pueda pasar el 2007.

Así que decidí seguir el ejemplo del viejo profesor y me estoy "enjuagando" de la prensa, leyendo algunos buenos libros, escuchando música de los años 50 a los 70 y viendo buenas películas en el cable. De tanto en tanto, leo algunos buenos y pocos artículos de análisis en Internet. Dado mi trabajo constante con la gente en mi quehacer profesional y mi tarea ministerial, que me permite viajar por todo el país y estar con la gente en sus diversas realidades en todos los niveles sociales, podré seguir enterado de lo que pasa en Chile sin convertirme en un maníaco depresivo.

"No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres". 1 Corintios 15:33

(1) Citado en "Etica y Política", Manfred Svensson, Editorial CLIE, pps. 32-33.


Benjamín Parra Arias
Director
Instituto de Estudios Latinoamericanos
http://correo.hispavista.com/Redirect/www.iel.cl
administracion1@iel.cl

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